Se me ponen los pelos de punta cuando escucho al primer mandatario proferir insultos y amenazas hacia los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), cuando no están de acuerdo con lo que él quiere hacer. A mí, así como a muchos millones de mexicanos, nos parece que nuestra SCJN es una institución que debe ser respetada, ya que representa ese tercer poder que es necesario en una sociedad democrática, donde las libertades individuales deben ser respetadas. El hecho de no acatar las decisiones de la Corte, y por ello atacar a los ministros en forma vulgar y grosera, no me cabe en la cabeza; es algo que no se merece esa institución.
Me parece muy peligroso que el presidente pretenda desmantelarla o desvirtuarla, designando --con mecanismos tramposos-- a ministros, a modo que acepten todas sus iniciativas. La SCJN está para defender la Constitución, misma que el presidente juró respetar y cumplir, o qué, ¿ya se le olvidó el juramento que hizo cuando fue investido como presidente de la República? Cuando el mandatario le falta al respeto a la Corte, se lo falta a sí mismo; es un tema incomprensible, claro, eso si pensamos en un país democrático y de libertades donde se respetan las leyes y por supuesto el Estado de Derecho.
Hasta hoy, los mercados no han reaccionado negativamente ante estas iniciativas, pero algún día lo harán y no nos va a gustar lo que se nos puede venir; baste ver dónde están los países que no han sabido defender a sus Cortes o las han transformado en mecanismos de control y poder, veamos a Cuba, Venezuela, Nicaragua, etc., yo no quiero un México sin leyes, con una Constitución pisoteada, no lo quiero para mí, ni para mis hijos y nietos. ¡Por supuesto la Ley es la Ley, y hay que respetarla!
El presidente ha cuidado el que no termine su Administración en tragedia financiera; no estoy de acuerdo en muchas cosas, pero acepto que ha sido cuidadoso con el endeudamiento y con el gasto, aunque en éste, no me gusta que presente como “ahorros” el dejar a millones de mexicanos sin cobertura médica y con un enorme desabasto de medicinas. Reconozco que hay equilibrio en las finanzas públicas, obvio, a esto ayudó el que se gastó todos los ahorros que existían en los fideicomisos para hacer frente a imprevistos; pero en general, en lo económico se ha moderado. Su gran pecado es el apoyo sin freno a Pemex que es una máquina de quemar dólares, en estos casi cinco años se le han inyectado cualquier cantidad de miles de millones de dólares y hoy produce menos crudo que cuando entró esta administración; ahí sí que ha habido un enorme despilfarro de recursos. Pues bien, yo creo que esta falta de institucionalidad, los ataques a la Corte y la falta de Estado de Derecho, pueden llegar a ser un tema que lesione a nuestra economía en algún momento determinado. Las malas políticas no han lastimado a la economía, hasta que un día la dañen.
Así son las cosas.