Es difícil de entender por qué el presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en dejarle las cosas tan difíciles a la presidenta electa Claudia Sheinbaum. Fíjense ustedes, el presidente está dejando un país sumamente polarizado, enfrentado, sobre todo por su insistencia personal de imponer reformas que no gustan y no son convenientes para nuestra nación. Por supuesto que el Poder Judicial de la Federación requiere cambios, eso es evidente, existen muchas cosas que deben ser diferentes y otras que hay que profesionalizar; pero todo lo que se requiere no se va a lograr imponiendo que Jueces, Magistrados y Ministros de la Suprema Corte de la Nación sean electos por el voto popular. Este mecanismo resulta muy peligroso, y en este sentido ya se han expresado colegios de abogados, académicos, profesionales de todo tipo, así como organismos internacionales que conocen del tema, igualmente empresarios, nuestros principales socios comerciales, la mayoría de los jóvenes estudiantes, etc. Todo eso no ha servido de nada y nadie puede negar que, con esta decisión, se está arriesgando el futuro económico del país.
Producto de lo anterior, tanto las inversiones nacionales como las extranjeras están paradas, en un momento en el que la economía lo que requiere son estímulos y no obstáculos.
2025 será particularmente difícil para las finanzas públicas, demasiada deuda, demasiado déficit. Es importante corregir el rumbo y retomar la disciplina financiera que se rompió en el 2024, por ser año electoral.
Si las calificadoras nos reducen la calificación, valga la redundancia, eso nos puede meter en serios problemas y podría llevarnos a una crisis financiera que hemos evitado desde 1995. No debemos permitir que eso suceda.
Verdaderamente, lo que suena lógico es que lo que se tiene que decidir se discuta profundamente, se reflexione, y fuera de actuar contra un poder que no favoreció al régimen, prevalezca el buen juicio y la razón; por el bien de México.
¿Será eso posible?