A 30 años de “Huérfanos de padres vivos”

  • Columna de María Doris Hernández Ochoa
  • María Doris Hernández Ochoa

Tamaulipas /

Recientemente algunos recordamos que hace treinta años apareció el libro “Huérfanos de padres vivos”, de David Noel Ramírez Padilla, quien dictó varias conferencias sobre ese tema en varias ciudades del país.

Desde entonces, ya prevalecía como causa de alarma la violencia que se iba extendiendo, y según la observación del autor, “una gran cantidad de seres humanos que no encuentran la razón de vivir”, por lo que acuden a cierto tipo de respuestas como escape, ellas superfluas, banales, que los conducen al vacío y a la soledad.

Arguye que las causas se pueden localizar en que se vive en una sociedad utilitaria, en la que las personas son visualizadas como objetos del “me sirve, lo acepto y si ya no me es útil, lo rechazo”.

David Noel arguye que la vida conyugal y la crianza de los hijos no es nada agradable y que por el egoísmo de los esposos se convirtieron en procreadores y proveedores, más que en padres.

El autor -educador y directivo de carrera, ya retirado de las aulas- hace énfasis en que se estaba perdiendo el concepto de familia en cuanto que se trata de dar y recibir algo fuera del mercado, que en la familia todo es “regalar” en forma libre, para entregar a la sociedad seres humanos de bien, que han entendido la razón de vivir.

Sugiere un especie de “decálogo” orientador especialmente a los padres que recién han iniciado su labor de formadores de las nuevas generaciones; he aquí los enunciados :

1.- Los hijos demandan que se les dedique tiempo. El amor no se delega.

2.- Los hijos piden coherencia entre lo que se pregona y la actuación.

3.- Los padres deben dar formación a través de la cultura del esfuerzo.

4- Fomentar el diálogo; el silencio desconecta, agudiza problemas.

5.- No cambiar el rol de padres por el de “amigos” . Los hijos pueden tener muchos, pero sólo a dos de aquéllos.

6.- El amor no sólo se concentra hacia ellos, se debe irradiar a los demás.

7.- No creer que con inscribir a los hijos en “buenas escuelas” se está cumpliendo con la obligación de educar.

8.- La misión de los padres tiene tres dimensiones: familia, trabajo y comunidad. Es obligatorio tener equilibrados éxitos en todas.

9.- Promover respeto hacia los abuelos; “una sociedad que no tiene tiempo para amarlos, procurarlos y honrarlos, es una sociedad ingrata”.

10.- Cumplir con el “decálogo” requiere trabajo duro y el renunciar a muchas cosas. Que jamás se diga que “nuestros hijos son huérfanos de padres vivos”.

Gracias David, por haber sido guía de miles de alumnos … y de nosotros los padres.


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