En el momento de escribir una breve semblanza de este político uruguayo ejemplar, ya se ha despedido de todos por entrar con toda conciencia, a sus últimos días, víctima de enfermedad incurable.
Allí yace casi inamovible físicamente, en su rústica casa campirana que habitó por muchos años, sin más recurso para realizar cortos viajes que un vetusto automóvil que él mismo reparaba y viviendo en una austeridad no pregonada, sino practicada.
De origen guerrillero y como activo miembro del grupo Tupamaros, cayó en la cárcel por 13 años, acusado de los delitos propios de quien toma las armas para buscar justicia a su manera.
De acción radical como es obvio, su larga detención y paulatino desligue de su grupo, operaron cambios en su visión de la política que lo llevó a la concepción de que, independientemente de posiciones, la lucha debía ser por la libertad y la práctica democrática, iniciándose un proceso de meditación que lo llevó a ese objetivo, por lo que ya liberado se convirtió en un político que buscaba el poder, para tratar de poner en práctica esos valores.
Como convencido de las bondades de la democracia, su visión se amplió más allá de la llamada izquierda, volviéndose incluso crítico de quienes se alineaban en ella. Así, criticó a Salvador Allende porque destruyó con nacionalizaciones a empresas productivas y confrontó a sus seguidores.
Criticó además a los dictadores de Nicaragua y Venezuela, a la mandataria de Argentina, Cristina Krichner , quien dijo, “jodía a las nuevas generaciones en lugar de formar a las nuevas”…. hasta que llegó Milei.
Cuando terminó su período como presidente del país, no quiso seguir por otro periodo, pese a su enorme popularidad aunque luego ocupó algunos cargos en el campo legislativo.
Influyó en el pensamiento político de los jóvenes, de los cuales se despidió en un teatro, proclamando la importancia de la educación: “no se formen para servir a otros porque sin formación, no podrán ni servir para eso”, afirmó “no a la confrontación ni al odio”, sino trabajar por la esperanza.
Sentenció que la riqueza está en la calidad de vida, no en la acumulación, que hay que poner límite a las necesidades materiales y enfocarse a lo que realmente importa, evitar el “hiperconsumo impulsado por el marketing”.
Su mensaje y despedida de la juventud uruguaya fue tan emotiva, que muchos derramaron lágrimas. “Hay que irse ligero de equipaje”.
Los grandes ejemplos que nos dejan los líderes en congruencia y desapego, tienen sin cuidado a los inmaduros, oportunistas y “chapulines” acondicionados a la sumisión. A ellos, conmiseración… nadie los respetará, pero sí a un José Mujica, a quien le decimos adiós.