Lo que el destino nos depara

  • Columna de María Doris Hernández Ochoa
  • María Doris Hernández Ochoa

Tamaulipas /

La perspectiva de muchos de los habitantes de nuestro país no es halagüeña, según vivencias y por los siguientes datos que las estadísticas: La inseguridad y la violencia se agravan.

Miles de niños entrando a la adolescencia se ven atraídos por ingresar al campo de la criminalidad porque ven en esta una forma de vida mejor, esta se ha culturizado a través de la difusión de la música, las modas y por la falta de modelos de comportamiento de algunos adultos.

Cada año más asesinatos, aparecen nuevos estados, como Chiapas, en la geografía del delito. Ya hay controles en la producción de aguacate y limón que los encarece y se suma al fenómeno la desaparición de personas.

Factor aparejado es que el crecimiento económico de México, en los últimos 15 años, ha sido insuficiente; el 2% anual no es suficiente porque no genera empleos, impactando en el plan de reducir la pobreza y la desigualdad.

Especialistas coinciden en que México necesitaría crecer al menos del 4% al 5% anual de manera sostenida para lograr una mejora sustancial en las condiciones de vida de su población.

El porcentaje en pobreza extrema sigue siendo el mismo que hace seis años. Además, los servicios básicos, como la salud y la educación, se deterioraron, por lo que la reducción de la pobreza y de la desigualdad sigue siendo un reto.

Hace 15 años, México se robustecía con las instituciones federalistas y por la creación de organismos constitucionales autónomos para generar límites al poder presidencial y para cumplir con las peticiones los socios comerciales de otros países.

Lo que es cierto es que reformas como la judicial politizarán la justicia y desaparecerán a organismos autónomos como el Inai y la Cofece, lo cual sí genera preocupación sobre un debilitamiento de la democracia en nuestro país.

Cierto es que hoy hay un mayor número de mujeres en posiciones directivas en las Fuerzas Armadas, de liderazgo en las empresas y la academia.

Pero falta garantizarles su seguridad, cerrar la brecha entre lo salarial, la violencia y los feminicidios.

También ha faltado que el Estado absorba y se ajuste al monopolio de la fuerza en pro de la seguridad, sobre todo cuando otros sistemas de control han fracasado.

La sociedad no requiere de escuchar planes y buenas intenciones, sino más seguridad.


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