Procrastinar: ¿dejas para mañana lo que puedes hacer hoy?

Ciudad de México /

Procrastinar se refiere al hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras no prioritarias, más agradables o divertidas. El problema es que esto se ha convertido en una fuente significativa de ansiedad para una buena parte del mundo. 

Uno de los focos rojos que puede avisarnos si nuestra tendencia a postergar se está saliendo de control, es cuando lo que evitamos —como hacer ejercicio, llevar una dieta sana o la toma de alguna decisión complicada—, es crucial para nuestro bienestar a pesar de ser conscientes de las consecuencias negativas que conlleva, formando así un patrón recurrente.

Como explica el portal mindfulnessyogazaragoza.es, la procrastinación impacta directamente en nuestro bienestar emocional, generando ansiedad y malestar: “Este hábito nocivo también se infiltra en nuestra autoestima, minando la confianza en nuestras capacidades”. Resulta que la procrastinación ofrece una reparación del estado de ánimo a corto plazo, evitando temporalmente el malestar asociado con el esfuerzo y esta una de las causas detrás de este comportamiento.

Ilustración: Moisés Butze

Las justificaciones que empleamos, como que ahora no es el mejor momento para tomar acción o pensar que bajo presión rendiremos mejor, son meras excusas para no enfrentar las verdaderas razones detrás de este hábito. La procrastinación, lejos de ser un simple problema de organización, tiene sus raíces en la regulación de emociones y se entrelaza con complejos aspectos de nuestra personalidad, como la impulsividad, —que implica la búsqueda constante de sensaciones y la falta de preocupación por el futuro—, el perfeccionismo y la baja autoestima.

Así que hoy te recomendamos tres posturas para enfrentar este comportamiento dañino. La primera es Utkata Konasana, la postura de la Diosa, cuya ejecución revive el poder más profundo que vive en nuestra conciencia: “Un poder que puede estar fuera de lo convencional por ser fiero y primitivo hablando de la voluntad inquebrantable de plantar cara a tus demonios y a los demás”.

Una segunda postura es Garudasana, el Águila, que promueve la determinación, concentración y visión aguda de esta ave de presa. Finalmente Ardha Purvottanasana, la posición de la Mesa invertida, focaliza el trabajo en el chakra del ombligo que alimentado por el elemento fuego, “representa la acción, la voluntad, el equilibrio y el poder personal”. 


(Con información de mindfulnessyogazaragoza.es, blogpsicologia.copmadrid.org y milenio.com)


  • Marién Estrada
  • infocaminoamarillo7@gmail.com
  • Periodista egresada de la Universidad Iberoamericana, especializada en temas de cine y conciencia. Desde 2015 escribe la columna "Mente y Cuerpo Sanos" en Milenio Diario. Es autora de "Yoga en tiempos sociales".
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