A Damián Martino, CNN. En memoria
Podríamos negarnos a la comodidad de una visión simple de la historia. Alejarnos del vocabulario irresponsable y mesiánico de quienes no pagan consecuencias.
No debería ser difícil entender que el mayor deseo por ver a Irán libre de los ayatolas se encuentra en sus perseguidos y en las diásporas, pero no así. Por eso han sido las primeras en señalar el absurdo llamado a evacuar Teherán, con sus 10 millones de habitantes.
Tomar bandos sólo bajo una lógica deportiva es un acto imposible para la coherencia. Si interesa tenerla.
Este es el régimen que ha impuesto su interpretación fanática de la ley, arrestado mujeres por no usar velo, asesinado disidencias. Son ellos quienes han alimentado al Hizbulá, Hamás y los hutíes. No se lamentará de su caída la población siria que sufrió la complicidad del gobierno iraní en la brutalidad de Assad.
Aunque Jamenei y las Guardias Revolucionarias han sido la gran amenaza para la región, tampoco hay lugar para aplaudir al gobierno de Netanyahu. Son quienes instrumentan el hambre como arma de guerra, han asesinado a más de 50 mil personas y llaman a operaciones de limpieza étnica.
Hemos entrado a un espacio donde lo racional queda fuera. Estos días terminaron con la patológica codependencia entre Teherán y Tel Aviv, acostumbrados a estirar la cuerda tanto como puedan. Ya no importa romperla, porque ninguno de los dos gobiernos está dispuesto a pensar en el día después. Hasta Washington, con sus contradicciones según conveniencias, llegó a dar asomos de ello.
Israel parece convencido de repetir la estrategia contra el Hizbulá. Descabezar sus estructuras para menguar la organización. Irán es distinto. Provocar un cambio de régimen va de lo improbable a lo riesgoso. Los liderazgos contrarios no son suficientemente fuertes. Ningún actor político tendría margen de operación y legitimidad si su posición viene de acciones israelíes. A pesar de las oposiciones locales.
De ahí los paralelismos con la crisis iraquí después de Hussein.
En su lógica de guerra eterna, Jamenei se quedó sin opciones. La idea de rendición lo hace vulnerable a críticas internas y escalar es un hecho suicida.
Nadie gana en la ruta actual.