En sólo tres semanas las relaciones país – país entre México y Estados Unidos han pasado de la colaboración a la imposición. Los gobernantes de Estados Unidos han decidido creer que su país es único, necesita resolver sus problemas internos y por tanto no les importan los problemas de los países que hasta ahora mantienen relaciones con ellos. Con una excepción: si alguna relación concreta les ofrece una ganancia la usarán sin tapujos en su favor.
Las consecuencias para nuestro país aún están por verse, pues los intercambios entre los dos países eran (todavía son por un ratito) del tipo ganar – ganar y están en transformación hacia el tipo ganar EU – perder México. En el transcurso de los próximos cinco o seis meses tendremos detalles del daño por los cambios de la hipótesis básica de la relación. Un ejemplo ayuda a ver el tamaño del cambio: Hace unos días el señor Carlos Slim, multimillonario mexicano si alguno, sugirió voltear a ver, y negociar con China. Puede ser la mejor idea, y es la cruda realidad. Mexicanos, se acabó el inglés, ahora aprendamos cantonés, por lo menos.
La mirada más fina pone en duda el bienestar que conseguirá EU y su población, sobre todo la más pobre, con estos arrebatos que buscan controlar todos los dineros posibles para hacer… quién sabe qué harán. ¿La nueva Riviera en Gaza? Veremos qué dice Hamas. Quieren – ya lo hacen – eliminar todo subsidio a la investigación universitaria. El gobierno, hasta ahora, tenía la convicción de lograr avances en ciencia y tecnología mediante el apoyo a la investigación universitaria, que implica a su vez apoyo a la estructura económica de las universidades. Y se acabó. Ni un dólar más, para que se financien solos. Olvidemos aquello de esa idea de que los EU son los mejores para hacer, diseñar, pensar en: robots, medicina, métodos de construcción, ahorro de energía, y un número abultado de más materias. Se acabó. ¿Oportunidad para el mexicano y el México querido? Sí, si conseguimos financiarlo, ahora, con China. No será fácil y gratis.
No hay una salida ortodoxa para neutralizar las malas maneras y las peores ideas de quien se parece más a una cabra brincona y menos a un prudente pájaro observador de todo antes de volar. Así, es el momento de la heterodoxia y de hacer lo opuesto a lo que dicta el “librito” de la política del buen vecino. Ahora es momento de convocar a la clase política a analizar y proponer acciones congruentes con el análisis, con el propósito no de “aguantar pues se van a cansar” si “es el momento de ir adelante”, renunciar a la dirección anterior de “aguanta y toréalos” y empezar a caminar por “podemos hacer otros amigos” y mirar al país y pedirle a la sociedad tomar la iniciativa para resolver los asuntos que les compete como sociedad democrática y convocar al gobierno – a todos los gobiernos – a ayudar a la sociedad a desarrollar sus iniciativas y apoyar las soluciones autóctonas.
Varios pensadores de las crisis y las épocas difíciles han ofrecido sus ideas, sus raciocinios y conclusiones para proceder de un cierto modo ante situaciones problemáticas. Un muy breve ejemplo es una frase escrita por el Dr. Humberto Maturana, chileno, biólogo, filósofo, y pensador de la convivencia humana. Transcribo una frase en una entrevista de 1999, en la cual se refiere a un libro titulado “Historia de la Humanidad Occidental”. Ahí descubrió como la historia se relata como si fuera una historia de guerra, piratería, conquistas a sangre y fuego, destrucción y esclavitud. Y, un poco más adelante, Maturana comparte: “Este libro de guerras del que hablo, muestra también que ella no resuelve los conflictos, sino que, a lo más, cambia su carácter. Lo que resuelve los conflictos es el valor para aceptar un nuevo punto de partida en el que todas las partes en disputa participan, no desde el sometimiento, no desde la razón, no desde la defensa de sus intereses, sino desde la cordura en la aceptación de un deseo de convivencia”. Los gobernantes norteamericanos para nada manifiestan cordura y deseo de convivencia, sino fuerza y sometimiento, como en las guerras de antaño. Está en nosotros como parte en los conflictos de hoy, cerrar la puerta al agresivo y compartir con quien comparta el deseo de convivir. ¿Será posible?