Vientos de guerra

Jalisco /

Parece que Trump está muy animado a abrir cada vez más frentes de guerra. Cualquiera que ve las escenas de las manifestaciones en contra de las deportaciones masivas en alrededor de 200 ciudades norteamericanas y muy en especial en Los Ángeles, California, y la forma en que se actúa en forma totalmente represiva y con lujo de fuerza, no puede pensar más que en propio Estados Unidos está en zona de guerra. Claro, esta situación causa los peores estragos entre nuestros paisanos, mientras el gobierno mexicano trata de calmar los ánimos en las actuaciones del gobierno Norteamericano y a veces minimiza cada vez más lo que sucede o pretende aplicar “fomentos calientes” a una crisis que amenaza severamente a los migrantes nacionales. La cuestión ya llega hasta la misma Embajada de la Unión Americana donde hay advertencias y llamados a lo que denominan “auto deportaciones”.

El problema es que los choques entre manifestantes –muchos de ellos incluso también norteamericanos–, está escalando fuertemente en Chicago, Nueva York y otros puntos, al grado que Trump está presionando a la misma economía de su país. Al presidente no le ha quedado sino buscar algunas válvulas de escape como no dar “prioridad” a los arrestos grupales en el campo, en los hoteles y en los restaurantes. Empero, nadie sabe el alcance de los enfrentamientos cuando se apliquen impuestos a las remesas, máxima que los ultraconservadores republicanos del Congreso de aquella nación llegan a sugerir gravámenes a las remesas –que de por sí son dinero legítimo que ya gravó por el hecho de ser producto del trabajo–, al nivel del 15 y hasta el 25 por ciento. Es decir, está visto que los derechos civiles y el respeto a su propia Constitución, no son precisamente el fuerte de Trump y sus seguidores más aferrados a sus políticas.

Por otro lado, vemos que la presidenta Sheinbaum está ocupada en muchos otros menesteres y que su viaje a Canadá terminó prácticamente en un protocolo que ciertamente cumplió, pero que no pudo cristalizar su objetivo fundamental que era la reunión cara a cara con el presidente Trump. Sin embargo, de hecho puede ser válido el argumento del presidente americano para haberse retirado de la cumbre del G7 en Canadá, aunque unos minutos hubieran bastado para un diálogo con nuestra presidenta. Ni voluntad había pues.

Mientras, Trump se ha vuelto una figura que empieza a entrañar todo el deseo de llevar sus tropas a otros lugares. De suyo, todo hace pensar que su programa de pacificación para Ucrania y Rusia ha sido un rotundo fracaso y que ahí su influencia ha sido nulificada por la misma Rusia. Luego, volteando hacia el medio oriente, Trump primero se ha hecho de la vista gorda ante las masacres y éxodo de los habitantes de Gaza, sin hacer comentarios al menos sobre la participación de muchos sectores del mundo para llevar ayuda humanitaria. Lejos de eso, pensó en que lo mejor sería que los palestinos se fueran a otra parte y que él propondría un plan inmobiliario en vez de Gaza. Y ahora, la sorpresa es que Israel, sabedora del apoyo norteamericano, lanzó primero la ofensiva con bombardeos a Irán, en busca de lo que considera amenazas nucleares.

Y ahí es donde aumenta el peligro para la paz mundial, ya que Estados Unidos amaga con intervenir directamente en el conflicto. Manifiesta que los habitantes de Teherán mejor evacúen la ciudad y que las fuerzas estadounidenses podrían, según lo dicho, entrar al ataque contra Irán para supuestamente eliminar fábricas y laboratorios iraníes que desarrollan tecnología para construir bombas nucleares. Esto recuerda mucho la guerra desatada por segunda vez en Irak por el presidente Bush Jr., con la justificación de ir por las “armas de destrucción masiva” de los iraquíes. A fin de cuentas, nunca se encontraron tales armas, si bien quedó un país devastado que a más de dos décadas aún no ha podido recuperarse.

Estos “vientos de guerra” del presidente Trump, dejan poco espacio a seguir pensando en una relación verdaderamente cordial y productiva con México. Hasta el hijo del mandatario habló de que podría borrar el país en cuatro segundos si nuestra nación intentara atacarlo (??????). Para Sheinbaum los tiempos no resultaron tan plácidos como ella esperaba. Además de todo lo interno que tiene que resolver, ahora lo externo amenaza con dar su coletazo y afectaría al país. Es tiempo que la presidenta nos muestre su verdadero tamaño como cabeza de la nación.


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