Se dio a conocer el video de un suceso ocurrido hace un año en la Ciudad de México. En él vemos al hijo de Xóchitl Gálvez, en aparente estado de ebriedad, lanzar groserías al personal de un antro en una zona adinerada de la Ciudad de México.
Juan Pablo, el joven protagonista del video, además de ser hijo de la candidata presidencial de la coalición opositora, había asumido un rol de liderazgo de las juventudes seguidoras de la candidatura de su madre.
Las imágenes no dejan margen a la elucubración. Muestran una actitud prepotente y arrogante de alguien en extremo molesto hacia guardias que no lo dejan acceder al recinto. No se trata solo de palabras soeces, sino de frases que nacen de una mirada de profunda discriminación hacia el personal que agrede. No les reprocha negarle el acceso, les reprocha estar dispuestos a “venderse por unos tacos”, lo cual es una forma de mofarse del hambre que pueden estar sintiendo quienes esa noche estaban allí como guardianes.
¿Puede una escena así afectar a Xóchitl en su carrera a la Presidencia? Es muy probable, la conducta de los hijos es percibida como una responsabilidad de los padres. El asunto me trajo a la memoria las palabras del poeta Khalil Gibran, quien dice que a los hijos “puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, pues ellos tienen sus propios pensamientos”. Los insultos los profirió Juan Pablo, pero será Xóchitl quien pagará por ellos.
A las mujeres se les juzga de forma muy severa en la arena política. Pesa sobre nosotras siempre un juicio de asumir roles en lo público en detrimento de los que debemos llevar a cabo en lo privado, por ejemplo, cuidar de los hijos, hasta cuando son mayores de edad. El deslinde de la candidata, quien ya salió a decir que en su momento tomó medidas como la madre que es, será complicado. Ella misma le había otorgado a Juan Pablo un rol preponderante en la campaña, asumiendo el liderazgo de las juventudes que la apoyan. Si para promover su candidatura Juan Pablo fue visto como una extensión de Xóchitl, igual será la percepción para juzgarla por actos que no cometió.