Ayer asesinaron a sangre fría a la diputada del Congreso del Estado de Morelos, Gabriela Marín. Dos individuos a bordo de una motocicleta le dispararon a corta distancia, dejándola sin vida e hiriendo a otra persona a las afueras de una farmacia.
El propio fiscal del estado señaló que los temas políticos son ya una línea de investigación y que estarán citando a declarar a todos aquellos que pudieran estar vinculados a esa cuestión.
Esta vertiente cobra especial relevancia si consideramos que la diputada por la vía plurinominal llegó a su cargo tras judicializarlo y que los tribunales hayan fallado en su favor. Pero, más delicado aún, el hecho de que su suplente es nada menos que la esposa del hombre que había, en primera instancia, recibido el escaño.
El tema de lograr la paridad en los congresos se ha vuelto un evento que pone en riesgo a las mujeres legisladoras. De entrada, existe una percepción que las mujeres políticas son, por decirlo de algún modo, “una anomalía del sistema”. De forma directa y velada se hace valer que nosotras pertenecemos al ámbito privado y que no deberíamos ser políticamente activas. Sobran comentarios que aluden a cómo deberíamos mejor estar ocupadas en cuidar de nuestra familia o nuestros hijos, en lugar de andar en el trabajo partidista, en los cargos de elección popular o en la administración pública.
Las mujeres que aspiran a una diputación deben sortear muchos obstáculos, su autopercepción, la oposición de su familia, el fuego amigo en sus partidos, la cobertura misógina de los medios, el sesgo de género del electorado y, por supuesto, el combate de la oposición. A eso se suma que las prácticas de los tribunales para construir congresos paritarios incluyen la distribución de las curules de acuerdo a la votación recibida sin considerar el género, para proceder a lo que denominan “correcciones” a través de las cuales con frecuencia se retira de la curul a un hombre predesignado, para otorgarla, como corresponde y según la norma, a la siguiente mujer. Esto fue justo lo que le ocurrió a Gabriela Marín; con ello se crea la falsa percepción de que estamos ocupando un lugar que no nos pertenece.
Es por eso que un arreglo de cuentas políticas es una línea de investigación plausible en el caso de la diputada Marín. En todos estos elementos hay un hilo conductor, se llama patriarcado y me parece que es el principal sospechoso de éste y muchos crímenes.
Miriam Hinojosa Dieck