La estratégica elección de León XIV

Ciudad de México /

La Iglesia apostó por su supervivencia. La designación de Robert Francis Prevost como sumo pontífice representa, en el fondo, una jugada estratégica de Roma —y de toda Europa— para mantenerse vigente en el mundo moderno, aunque paradójicamente lo haga apoyándose en la figura de Donald Trump y en la influencia global de EU, que este domingo anunció un acuerdo comercial con China. Como bien diría mi vecino de columna, Joaquín López-Dóriga: “‘Uta, ¿ahora quién va a aguantar a Trump?”.

La disputa por la silla de San Pedro estaba entre la creciente cultura de Oriente —donde sonaba fuerte la designación del asiático Luis Antonio Tagle— y la de Occidente, desde donde Trump regresó a desestabilizar el escenario geopolítico con temas como la imposición de aranceles para alrededor de 185 países.

De manera incluso previa a los funerales del Papa Francisco, el magnate se dejó ver muy interesado en que el Occidente, de preferencia alguno de los 10 cardenales estadunidenses que participaron en el cónclave, se quedara con la máxima posición de poder de la Iglesia católica, que acumula todavía a más de mil 400 millones de fieles en todo el mundo.

Si bien el ahora papa León XIV no era el más cercano a Trump —pues en varias ocasiones ha criticado su política migratoria—, tampoco le resulta muy lejano. De ahí que Trump cabildeara con una Europa disminuida en medio de la nueva guerra fría, para impulsar al más transitable de los suyos.

Como primer papa estadunidense, León XIV tiene la oportunidad de influir profundamente en el debate religioso y político en EU, particularmente frente a corrientes ultraconservadoras que buscan imponer una visión excluyente del cristianismo; su enfoque inclusivo y humanista, promotor de una Iglesia más abierta y dialogante, contrasta notablemente con posturas como la del vicepresidente J.D. Vance, quien justifica la prioridad de los ciudadanos nacionales sobre los inmigrantes.

Palabras clave

México también jugó su carta. Su pequeña delegación fue la primera en sumarse al bloque de americanos y europeos que impulsó a Prevost, sabiendo que no era momento de confrontar a Washington. La elección, además, sepultó la opción —muy apostada, pero poco viable— de un papa italiano. Con el nombre León XIV, evocando la justicia social de León XIII, el nuevo pontífice parece decidido a abrir el diálogo sin perder ni adaptación ni rumbo. Rerum novarum.


  • Óscar Cedillo
  • Director General Editorial de Grupo @Milenio. Journalist, Digital, DJ and Biker / Escribe todos los lunes su columna Contraseña
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