Ha transcurrido la mitad de la campaña y ya estamos a unos días del segundo debate por la Jefatura de Gobierno de Ciudad de México. Clara Brugada se mantiene de manera consistente al frente de las preferencias electorales.
Los pronósticos que ponían el acento en un supuesto empate técnico o en un avance sustancial de la candidatura opositora cometieron el error de vaticinar el futuro con las herramientas del pasado, esto es, proyectaron mecánicamente las elecciones de 2021 hacia el escenario de 2024 sin tomar en cuenta las profundas diferencias y dinámicas entre ambos procesos.
Señalo algunos que son obvios: no son lo mismo las elecciones presidenciales que las intermedias por el interés que generan y por la tasa de participación. Y aquí los pronósticos basados en la proyección mecánica dejaron de lado que los resultados de 2021 se explican fundamentalmente por una participación bastante menor que en 2018 y en los diferenciales de participación entre los simpatizantes de los candidatos de la coalición gobernante y de la opositora.
Como el propio partido Morena ha reconocido, hubo exceso de confianza e insuficiente esfuerzo movilizador. Ello explica que Morena haya ganado muchas más casillas que la oposición, pero que el balance global de votos favoreciera ligeramente a ésta.
En 2021 la tasa de participación de los electores simpatizantes de la oposición fue alta, pero de cara a 2024 la posibilidad de expandir de manera significativa esta tasa es cada vez menor y se encuentra en fase de rendimientos decrecientes. Por así decirlo, en 2021 las fuerzas articuladas de la oposición “echaron su resto”, pero es probable que en 2024 ya no tengan mucho más espacio para crecer.
Es lo inverso que sucede con la coalición Sigamos Haciendo Historia, donde el espacio para movilizar y atraer el voto simpatizante es mucho mayor. Por ello la reflexión inercial de que a mayor participación mayor ventaja para la oposición no encuentra asidero en el escenario en 2024, donde la candidata puntera tiene mucho más espacio para crecer en la votación efectiva y construir una coalición aún más amplia. 2024 no es 2021.
Clara Brugada ha logrado presentar una propuesta programática ambiciosa, abarcadora, incluyente en la búsqueda de una ciudad que combine dinamismo económico, sistema de cuidados, bienestar progresivo, igualdad de género y sustentabilidad.
Una ciudad que recoge los avances logrados en las últimas décadas y, al mismo tiempo, busca, en una lógica de colaboración y diálogo social, aprovechar las enormes ventajas y riquezas de la ciudad para llevarla a un nuevo estado de desarrollo en el que ganamos todos.
La enorme ventaja de Brugada es la consistencia de su trayectoria. Su campaña no son propuestas que no tengan un referente concreto en su largo camino como líder social, legisladora y gobernante. Una experiencia,comprobable y verificable, para impulsar y materializar política pública. Es, por definición, una constructora tanto de la Constitución de la Ciudad de México, donde su participación fue fundamental, como en convertir a Iztapalapa en cinco años en un nuevo referente del urbanismo social en América Latina.
Brugada sabe articular las tres R del buen diseño de políticas públicas: racionales, razonadas y razonables con las tres V de una implementación exitosa: voluntad, velocidad y volumen. Por ello las 12 Utopías que construyó en Iztapalapa son más que doce bellas y atractivas instalaciones: son, ante todo, un concepto de bienestar social integral.
Brugada nos propone un nuevo orden urbano, un concepto de ciudad con justicia territorial, distribución adecuada de los bienes públicos, diálogo y encuentro social, seguridad, solidaridad y fraternidad.
No solo va arriba en las encuestas, sino que también muy arriba en las propuestas y en su concepto de ciudad. Como ella lo ha señalado, hay objetivos y metas para el próximo sexenio, pero requerimos de visiones más amplias, de propósitos transexenales (la política de agua es un buen ejemplo) y de una visión cada vez más metropolitana y de visión de desarrollo regional.
Estamos en un proceso electoral, pero también en un momento de cambio social que se caracteriza por la búsqueda de nuevos equilibrios y relaciones entre el Estado y el mercado, la sociedad y el medio ambiente, las mujeres y los hombres, lo urbano y lo rural, el progreso tecnológico y el progreso social, lo público y lo privado y entre los distintos grupos de edad.
A estos y otros desafíos apunta dar respuesta la candidatura de Clara Brugada, que sintetiza un proceso social y ciudadano que viene de lejos y llegará lejos. Una mayoría social que el 2 de junio se expresará como una mayoría electoral para abrir nuevos caminos y cerrar viejas brechas en la vibrante Ciudad de México.