Después de la muerte de Francisco

Ciudad de México /

La reacción que se ha percibido después de la muerte del Papa Francisco ha sido inusitada. No me refiero a la reacción de los católicos, de quienes es lógico que vivan con pesar la muerte del más alto jerarca de su religión. Pero han sido muchos quienes, sin pertenecer a esa religión, se han lamentado por diversos medios sobre la muerte de Jorge Mario Bergoglio, el hombre y el pontífice.

Quizá la primera gran empatía hacia él surgió a raíz del nombre con el que eligió ser llamado: Francisco, en honor a Francisco de Asís, quien fuera Giovanni de Pietro de Bernardone, hijo de un comerciante acaudalado que renunció a su heredad y eligió vivir en la pobreza más radical y a quien se recuerda como el santo pobre que hablaba con los animales.

En efecto, lo que marca al santo de Asís en el imaginario popular es su cercanía y su aceptación de todos los animales como hijos del mismo dios. Ya Giotto lo pintó hablando con las aves, y la idea reapareció cuando el papa Francisco declaró que los animales tenían alma. Recuerdo que al comentar lo anterior, algún pedante me preguntó con ironía si me interesaba que el papa hiciera esa declaración... ¡por supuesto que sí! Respondí: en un país en el que existe tanto maltrato a los animales y a la vez un elevadísimo porcentaje pertenecen a esa Iglesia, me parece de suma importancia que el jefe de la misma, declare que los animales tienen alma.

Ironías y pedanterías aparte, cualquier persona inteligente puede considerar que el ánima y el anima-l, son vocablos que pertenecen a la misma familia. Los anima-les son seres anima-dos y por lo mismo tienen ánima (los guiones que uso sirven para destacar el parentesco familiar entre estas palabras y su significado). De modo que los anima-les tienen ánima: ya, lo que sea crea sobre ésta (si se trata del mero ánimo o de una entidad que trasciende a la vida después de la muerte) es cuestión aparte: lo importante fue su declaración respecto a la igualdad entre los animales humanos y los animales no humanos.

Por otro lado, Francisco fue el primer pontífice en hacer declaraciones bastante más incluyentes en torno a la homosexualidad. De inmediato en redes sociales, circuló un meme del humo saliendo del Vaticano con todos los colores del arcoíris.

Fue un individuo incluyente, que defendió ese tipo de valores y se distinguió como un Papa empático. Algunos rumores circulan en torno a que quiso ver a su perro antes de morir. No sabemos si esto es verdad, pero nuevamente la imagen que deja es la de hombre sencillo, amoroso, empático: lo contrario de su antecesor. Su empatía e inclusividad fueron los dos factores que hicieron que, en efecto, su muerte fuera quizá la más lamentada del papado.

Veamos ahora qué decide la Iglesia: si opta por continuar hacia el cambio y la inclusión, o si como el cangrejo, después de dar un paso pa’ delante, da dos pasos para atrás.

Jorge Mario Bergoglio será recordado como Francisco, el papa excepcional.


  • Paulina Rivero Weber
  • paulinagrw@yahoo.com
  • Es licenciada, maestra y doctora en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Sus líneas de investigación se centran en temas de Ética y Bioética, en particular en los pensamientos de los griegos antiguos, así como de Spinoza, Nietzsche, Heidegger.
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