Los resultados del actual cambio climático ya se han dejado ver en la desaparición de algunas Islas Salomón, en migraciones masivas por sequías extremas, en grandes inundaciones de agua o lodo y huracanes cuya magnitud ni siquiera se puede medir adecuadamente. Y todo esto lo podríamos evitar si controláramos la producción de los gases nocivos.
Hay varias cosas que podemos hacer a nivel individual y una de ellas, es dejar de consumir carne animal, ya que su cautiverio es una notable fuente en la producción de gases de efecto invernadero. Esto se debe no solo a la enorme cantidad de reses que se emplean para consumo humano, sino también a su complejo aparato digestivo, que produce aun más gases de lo normal ahora que su alimentación es completamente inadecuada: la industria de la carne hace crecer al ganado por medio de productos que estos animales, si vivieran en su estado natural, no consumirían. El doctor Mario Molina consideró que los animales para consumo humano son responsables de al menos una tercera parte de los gases de efecto invernadero en el mundo. Pero en lugar de consumir menos carne, su consumo va en notable aumento.*
Por eso es necesario cambiar la conducta humana, área de la cual se ocupa la ética y la bioética filosófica. ¿Cómo lograrlo? Cambiando nuestra concepción de los animales, pues si los respetáramos, no los apresaríamos para la industria cárnica, y tampoco devastaríamos los lugares en donde viven: las selvas, los bosques, los mares, la tierra.
Respetar la vida animal conllevaría un gran apoyo a la salud del planeta. La coevolución debiera hacernos corresponsables de las vidas de todos los animales. Todos los habitantes de este planeta somos parte de una misma comunidad que ha evolucionado conjuntamente.
En este barco coevolutivo, nos salvamos todos o nos hundimos todos. No esperemos más para hacer algo que contribuya a la salvación de la vida en el planeta.
*Ver en línea: Oxford University, Our World in Data