En 1842, por “orden suprema” del rey prusiano Friedrich Wilhelm IV, Carl Ludwig Nietzsche, pastor protestante y teólogo de la corte, asumió la dirección de la parroquia de un pequeño pueblo llamado Röcken. Había sido educador de varias princesas, de modo que sus modales refinados y su excelente educación como teólogo sobresalieron en el pequeño pueblo. Ya su padre, Friedrich August Ludwig Nietzsche, había sido pastor en Wohlmirstedt, al igual que su abuelo materno Christoph Friedrich Krause, lo fue en Reichenbach: algo de alcurnia pastoral se gestaba por ahí.
Nombramiento en mano, Carl Ludwig se fue a vivir a la casa pastoral de Röcken llevando consigo a su madre, hija del ya mencionado pastor Krause, y a sus dos hermanas. Al llegar, asistió a una reunión de colegas luteranos y conoció al pastor de Pobles, David Ernst Oehler, con quien trabó amistad y quien sería su futuro suegro al consumarse el matrimonio de Ludwig y Franziska, quien una vez casada se unió a la familia del pastor Ludwig.
El primer hijo de Carl Ludwig y Franziska Oehler fue nombrado, en honor al mismo rey prusiano, Friedrich Wilhelm Nietzsche, quien sería el controvertido filósofo. La familia no podría haber sido más monárquica, clerical y conservadora. Este primer hijo creció con un apego y un amor radical a su padre: siendo apenas un crío de un año se sentaba en el suelo a escuchar sus improvisaciones al piano; le gustaba seguirlo a todas partes. No es raro que, al aprender a caminar y hablar, imitara cada gesto y detalle de su refinado, monárquico y amadísimo padre, lo que daría lugar a burlas escolares y al apodo “el pequeño pastor”.
Así, el futuro filósofo Nietzsche creció en un ambiente en no había mayor distinción entre su casa y la Iglesia junto a ella, en donde su padre tocaba el órgano: su casa y “la casa de Dios” estaban en el mismo lugar.
No me interesa psicoanalizar a Nietzsche ni creo que sirviera de algo hacerlo. Su pensamiento ha sido lo suficientemente fructífero como para pretender buscar las “razones ocultas” de sus actos filosóficos. Lo que sí me interesa es ubicar a Nietzsche en el ámbito monárquico y clerical en que nació y creció, porque esto sí me parece importante para comprender su pensamiento.
Nietzsche fue un pensador religioso. Un hombre que dice una y otra vez “Dios ha muerto”, no “Dios no existe”, sino “Dios ha muerto”, es un pensador de cuño religioso, le guste o disguste a quien sea. ¿Quién es el Dios que muere esa muerte anunciada por Nietzsche? Han sido muchísimas las interpretaciones en torno a esta idea. Para lograr una interpretación más veraz y más completa es preciso tomar en cuenta la totalidad de su obra, que incluye su correspondencia y los fragmentos póstumos, por supuesto, pero sobre todo creo que hay que tomar en cuenta su vida.
Muchos filósofos se oponían a lo anterior porque consideran que en filosofía, es preciso separar vida y obra. Yo no creo que lo anterior sea ni adecuado, ni posible: mucho menos en un pensador como Nietzsche, que siempre fue consciente de que que su obra no nacía del mero ejercicio de la razón sino de las experiencias vividas, de la vida misma.
En Nietzsche, vida y obra son un mismo escrito.