Los seres humanos vivimos dentro de una inmensa variedad de culturas, instituciones políticas y económicas, estructuras sociales, costumbres, lenguas y muchas otras cosas que pudiéramos mencionar. Al mismo tiempo compartimos unos con otros algo esencial que nos hace ser humanos y que, si nos disponemos a ello, nos permite percibir nuestra semejanza fundamental y la dignidad de cada persona.
Ciertamente esta percepción se ha oscurecido en múltiples ocasiones a lo largo de la historia y se sigue oscureciendo, todavía hoy, de muchas maneras. A su vez, la igualdad esencial y la dignidad de las personas se hallan íntimamente vinculadas a la dimensión social, pues ninguna persona puede existir sin al menos un mínimo de relaciones sociales y el desarrollo de las personas no puede separarse del bien de los demás.
En la Iglesia Católica el planteamiento social se considera necesario como basado en el mismo Evangelio de Jesucristo y ello se ve reflejado en las mismas estructuras de su gobierno. Si bien a todos los dicasterios y organismos de la curia romana se les podría encontrar un aspecto social, me parece ilustrativo considerar algunos de ellos cuyo aspecto social salta inmediatamente a la vista.
En primer lugar, se puede mencionar al Dicasterio para el Servicio de la Caridad, o Limosnería Apostólica, realiza en favor de los pobres, los vulnerables y los excluidos en cualquier parte del mundo la obra de asistencia y ayuda en nombre del Romano Pontífice.
Tenemos también al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral que promueve la persona humana y su dignidad, los derechos humanos, la salud, la justicia y la paz, interesándose en asuntos relacionados con la economía, el trabajo, la tierra, las migraciones y las emergencias humanitarias.
Por otra parte, tenemos a la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, que promueve el estudio de estas ciencias para ofrecer elementos que ayuden a desarrollar la propuesta de la Doctrina social de la Iglesia. Otra institución es la Pontificia Academia para la Vida, que tiene como finalidad la defensa y promoción del valor de la vida humana. Cabe mencionar asimismo la Fundación Centesimus Annus, cuya meta específica es promover el estudio y difusión de la doctrina social de la Iglesia.
Se podrían considerar, además de estos organismos, otros que implican de modo muy claro un aspecto social importante, como el Dicasterio para la Cultura y Educación, la Pontificia Academia de las Ciencias y el Comité Pontificio de Ciencias Históricas. Esto es un reflejo de que la dimensión social se encuentra de una u otra manera en el núcleo del mensaje de Cristo.