La persona humana y la política

Estado de México /

Uno de los puntos hacia los que es necesario siempre volver la atención es el de la consideración de la persona humana como fundamento y fin de la comunidad política, ya que la persona, libre esencialmente, puede dar sentido a su vida incluso abriéndose a una dimensión trascendente y espiritual. La persona, por lo demás no puede llegar sola a su plenitud, sino que necesita de los demás, y su misma plenitud exige la plenitud de sus relaciones sociales. La dimensión social y política del ser humano no es un complemento, sino algo necesario para su perfección y felicidad.

Al hablar de la comunidad política un referente esencial de la misma es el pueblo, de modo que entre comunidad política y pueblo se puede establecer una importante relación. Tomamos ahora el sentido más básico de la palabra pueblo, no como a veces se usa de modo ideológico para oponer las clases sociales. El pueblo, entonces, no es una simple masa de personas sino un conjunto de ellas que forma una comunidad donde cada una tiene "su lugar y su modo", como decía Pío XII. Nadie deja de ser persona por formar parte de un pueblo, sino que en el pueblo encuentra su propio ámbito de desarrollo con sus semejantes.

Lo primero que caracteriza a un pueblo es un modo de vida y unos valores que permiten la unidad espiritual y moral de quienes lo componen. Esto significa que es una realidad en la que sus miembros se comunican conocimientos, ejercen sus derechos y cumplen sus deberes, disfrutan de los bienes tanto materiales como espirituales y se sienten inclinados a compartirlos. Todo esto conforma su cultura y se debe proyectar en su economía, sus leyes y su política.

Aunque las estructuras políticas pueden coincidir con un pueblo, en la historia y en la actualidad se hallan muchos otros casos en los que no se da esta coincidencia. Existen pueblos que se hallan dentro de estados o unidades políticas más extensas, como podemos ver con diversos pueblos que subsisten en nuestro país. En otros casos tenemos pueblos que se encuentran en las fronteras y una parte vive en un Estado y otra parte en otro.

La existencia de un Estado que abarque diversos pueblos no es de por sí un mal, pero conviene recordar que todos los pueblos, aunque sean una minoría dentro de una entidad política mayor, son grupos con derechos y deberes. Ante todo poseen el derecho a su propia existencia, naturalmente y, asimismo, tienen derecho a su cultura. Por otra parte también tienen el deber de cooperar al bien común y de respetar la libertad de sus propios miembros.


  • Pedro Miguel Funes Díaz
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