¿Por qué algunas empresas prosperan mientras otras enfrentan constantes desafíos? Grab (https://www.grab.com/sg/) una empresa fundada en Singapur en 2012 por Anthony Tan y Tan Hooi Ling, comenzó como un servicio de transporte compartido y evolucionó hasta convertirse en un gigante tecnológico regional. Singapur es un país con un entorno regulatorio altamente favorable para los negocios, un sistema judicial justo y eficiente, y una sólida protección de los derechos de propiedad, entre otros factores destacados. La antítesis a este caso de éxito sería una fintech en India que enfrenta un entorno regulatorio confuso y burocrático, lo que dificulta su expansión y limita la inversión extranjera.
El contraste aquí presentado puede entenderse a partir de las lecciones del Premio Nobel de Economía 2024, otorgado a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson, quienes demostraron que las instituciones son fundamentales para la prosperidad de las naciones. El trabajo de los galardonados economistas explica cómo las instituciones inclusivas, aquellas que garantizan derechos y fomentan la participación, son clave para el crecimiento económico de un país. Sus investigaciones demuestran que economías como la de Corea del Sur, con instituciones de ese tipo, han logrado un desarrollo sostenido, mientras que Corea del Norte, con instituciones totalitarias y abusivas, permanece estancada.
Refutan la noción de que el capital humano y económico sean los únicos factores determinantes del éxito de las naciones. Utilizan un ejemplo histórico contundente: mientras que Australia fue colonizada principalmente por convictos europeos, que en su mayoría eran poco educados, Sudamérica fue colonizada por élites españolas con un nivel de educación significativamente mayor. A pesar de esto, Australia desarrolló instituciones inclusivas donde los derechos y la participación social fueron impulsados por los mismos colonos y sus descendientes, fomentando el desarrollo económico y social. Por el contrario, en Sudamérica, las instituciones establecidas por las élites fueron mayormente extractivas, diseñadas para beneficiar a unos pocos y perpetuar las desigualdades. Este contraste demuestra que no es el nivel de educación o riqueza inicial de la población lo que determina el éxito, sino la calidad de las instituciones que se construyen.
En este sentido, el principio puede aplicar también al ámbito empresarial, no nada más en el contexto donde se desarrollan los negocios, sino también desde sus propios procesos y operaciones. Las empresas que invierten en gobernanza interna, sostenibilidad y equidad replican el modelo de éxito de las instituciones inclusivas. De tal forma que las empresas que operan con valores institucionales débiles enfrentan mayores desafíos. Por lo tanto, resulta imperante que los negocios actúen a través de la gobernanza, gestionando redes globales con reglas que trasciendan las de los gobiernos.
Un ejemplo claro es Amazon, cuya cadena de suministro global establece estándares de eficiencia, calidad y cumplimiento social que impactan a miles de proveedores en todo el mundo. Esta empresa aplica el concepto de "contrato social empresarial", propuesto por Business for Social Responsibility (BSR). El concepto revela cómo las empresas pueden equilibrar la innovación con la responsabilidad social a través de políticas inclusivas que abarcan compromisos con la sostenibilidad, la diversidad y la transparencia. Dichos elementos son esenciales para operar en un mundo cada vez más interconectado y competitivo.
Casos como el colapso del edificio Rana Plaza en Bangladesh en 2021 con cientos de muertos evidencian los riesgos de no adoptar prácticas de gobernanza interna sólida. Las empresas que descuidan estos aspectos no solo enfrentan crisis reputacionales, sino que también pierden competitividad en un mercado global donde los consumidores valoran cada vez más los principios éticos. Importantes fueron los escándalos similares de Shein y Boohoo que revelaron las jornadas laborales excesivas y los salarios por debajo de lo mínimo aceptable de sus trabajadores.
Por eso, para construir negocios prósperos, las empresas deben invertir en gobernanza y adaptarse a los cambios tecnológicos y sociales a través de la capacitación continua a sus empleados y la instauración de prácticas inclusivas que respondan a las demandas de un mercado global en transformación. Microsoft, por ejemplo, ha invertido en programas de capacitación para preparar a sus empleados frente a la automatización, asegurando su relevancia en un entorno cambiante.
En México, las PYMEs representan el motor principal de la economía, generando más de la mitad del PIB y aportando más del 70% del empleo formal en el país. No obstante, enfrentan un desafío crítico: la falta de institucionalización. Esta carencia provoca ineficiencias operativas, ausencia de una dirección estratégica clara y procesos poco optimizados. Implementar un sólido gobierno corporativo puede ser clave para que las PYMEs destaquen en el competitivo entorno empresarial, impulsándolas a convertirse en negocios prósperos y sostenibles.
Por lo tanto, la prosperidad de los negocios no radica únicamente en el talento o los recursos financieros, sino en la solidez de las instituciones internas que guían sus procesos y actividades, promoviendo la equidad y la innovación. Como lo han demostrado de manera contundente los ganadores del Nobel 2024, “las reglas del juego son tan decisivas como los propios jugadores”. Al final, los negocios verdaderamente prósperos no solo generan beneficios económicos, sino que también construyen un legado de bienestar colectivo y un futuro sostenible que inspira a las próximas generaciones.