Vale mucho la pena transitar como espectador por 17 jornadas y un Play-In, a veces denso y aburrido, para vivir lo que casi siempre genera la Liguilla por el título del futbol mexicano.
El duelo con el que arrancó ayer por la tarde este mini torneo es un elogio a la competitividad y al compromiso de jugadores y entrenadores con el buen espectáculo y una defensa extrema de sus colores, intereses y orgullo.
Los Rayados del Monterrey, que trastabillaron durante la fase regular del torneo, vencieron al superlíder Toluca por 3 goles a 2. Contra todo pronóstico.
Hubo momentos del partido en los que parecía inclusive que terminarían ganando por dos o hasta tres goles de diferencia. Si eso hubiera pasado seguramente el equipo dirigido por Antonio Mohamed la habría tenido imposible el sábado en La Bombonera de la capital del Estado de México.
Con este 3-2 en contra sin embargo le bastará para acceder a las semifinales con vencer por un gol de diferencia, pues el empate global en automático los declararía vencedores. Esas son las reglas.
Pero de lo que yo veo garantías es de que un plantel compuesto línea por línea por futbolistas de enorme calidad, como lo es el del Monterrey, va a vender muy cara esa hipotética derrota.
Si hay espacio para más allá del elogio, decir que al Toluca le hicieron falta blasones y valentía. Mohamed pecó de conservador y deberá entender (aunque la autocrítica no es precisamente un valor de ningún entrenador del futbol mexicano), que sus miedos estuvieron a punto del ridículo.
Es de esperarse que Martín Demichelis, el director técnico rayado, entienda que si sale en el duelo de vuelta a solo defenderse les van a pasar por encima demasiado rápido.
Como sea y esto es lo interesante, se viene un cierre emocionante, dramático y tenso. Estoy seguro. Y ahí gana el aficionado siempre, que de eso se trata al final.