Habrá que deslindar responsabilidades de forma seria y transparente. Urge saber quiénes fallaron en el monumental y peligroso desorden que se registró la noche del domingo en Miami, en la Final de la Copa América entre las selecciones de Argentina y Colombia.
Es evidente que al ser la máxima responsable del evento la Confederación Sudamericana de Futbol, mejor conocida como Conmebol, tendrá que dar la cara. Pero hay que realizar una inmediata acotación: esta organización controla los aspectos ligados a la deportivo y administrativo, más no lo que tiene que ver con el orden y la seguridad.
Estos dos últimos rubros incluyen a los responsables de los estadios rentados, como es el caso del Hard Rock (sede de los Delfines de Miami de la NFL), y por supuesto, a las autoridades que proporcionan a los elementos de seguridad en los accesos y los policías encargados de mantener la tranquilidad y el buen comportamiento de los aficionados.
A todas luces todo indica que más que la fuerza, la tarde noche del domingo pasado, falló la inteligencia. No hubo nadie en la policía de Miami, tampoco entre los especialistas en manejar multitudes, que sin duda son los que manejan un estadio de estas dimensiones y un espectáculo del tamaño de una Final de la Copa América, para entender que se podía registrar un portazo generalizado de aficionados sin boletos.
En conciertos musicales que congregan a tanta cantidad de aficionados, se establecen tres o hasta cuatro filtros de seguridad, en los que quien no cuenta con un boleto simplemente no puede ingresar.
Por suerte, no pasó nada grave. Y nada pasó tampoco que no pueda ser controlado en futuras ocasiones tomando en cuenta esta experiencia, a la que habría que sumar la de la vergonzosa batalla campal, entre futbolistas y aficionados, en las tribunas del estadio de Charlotte al término del Uruguay-Colombia.