La extraordinaria rivalidad que han protagonizado americanistas y cruzazulinos en los últimos tiempos, vivió un último capítulo el pasado fin de semana.
Los dirigidos por el brasileño André Jardine fueron derrotados, contra todo pronóstico, por Los Ángeles FC, en el duelo que puso en disputa el último boleto al Mundial de Clubes que se llevará a cabo por primera vez en unos cuantos días en los Estados Unidos.
En cambio, el equipo comandado por el uruguayo Vicente Sánchez se impuso por una sorprendente goleada al Vancouver Whitecaps en la Final de la llamada Concachampions 5 a 0 y pudieron ser cuando menos cuatro más, generando una celebración memorable en el Estadio Olímpico México 68.
Nunca mejor documentado lo que es este deporte en los extenuantes tiempos que vive. El fracaso del Cruz Azul, eliminado por el América dos semanas atrás en la Liguilla, se transformó en un éxito que no puede no considerarse merecido.
Y el América multielogiado por su llegada a la final de Liga, lo que lo posicionaba como un casi seguro tetracampeón, es catalogado ahora de fracasado. Y con razón: perdieron ese duelo ante los Diablos Rojos, nulificados por completo y quedaron fuera una semana después de un torneo internacional en el que todos los dabamos participando, empezando por los organizadores de este evento tan necesitados de vender asientos en los estadios.
Los aficionados americanistas, muchos de los cuales se burlaban de sus contrapartes cementeros, ahora son buleados por los cruzazulinos en una rivalidad que se muestra viva y muy sana. Y en unas semanas o meses nadie puede decir que no será al revés.
Y mientras esto pasa, las Chivas, el equipo al que la historia del futbol mexicano ubica como el gran rival del América, se resigna a jugar un papel de comparsa, espectadores de esta nueva rivalidad quién sabe por cuánto tiempo más.