No solo no concibo que Javier Aguirre se haya negado a mandar un mensaje solidario a nuestros paisanos en los Estados Unidos, aterrados por la persecución a los que los somete Donald Trump. Más asombro me provoca que no sea la Federación Mexicana de Futbol misma la que a estas alturas del conflicto no salga con un comunicado empático con esta situación.
La Selección Mexicana de Futbol está a punto de debutar en la Copa Oro, enfrentando este sábado 14 a su similar de la República Dominicana. ¿Dónde creen? Sí, en el SoFi Stadium de Los Ángeles.
A unos cuantos kilómetros o millas del centro de esta ciudad, de donde se han generado las protestas de miles de ciudadanos indignados por las deportaciones violentas a las que han sometido ya a cientos de integrantes de su comunidad.
Cómo puede ser que se pida el apoyo de nuestros paisanos en los Estados Unidos, todo el tiempo, desde hace tantísimos años, y en un momento en el que éstos se encuentran apabullados por una política migratoria tan agresiva, no se les ofrezcan más que evasivas bastante estúpidas, como las que se atrevió a mencionar Aguirre.
Esto de que desde el futbol profesional no se pueda hablar de política y quien lo haga recibirá sanciones, en este caso no aplica. Mandar un mensaje de ánimo y solidaridad no es involucrarse en política.
Más bien lo que puede decirse de la actitud de Aguirre y el resto de los integrantes de la Selección, es que proviene de una cobardía inexplicable, de una apatía o de una ignorancia insultantes.
Ya veremos cuál es la reacción de nuestros paisanos en Los Ángeles este sábado. Suficientes críticas en medios convencionales y alternativos se ha llevado Aguirre como para que su irritante desdén vaya a pasar desapercibido.
Aunque habrá que tener muy en cuenta que es muy factible que quienes no han podido legalizar su estancia en los Estados Unidos, dejen de acudir al estadio por el temor a ser detenidos y luego ser deportados.