El tema de fondo con el que debe abordarse la multipropiedad generada por el Grupo Pachuca en la Liga Mx, es que el indiscutido propietario de esta empresa, Jesús Martínez Patiño, no la reconoce.
Tampoco define como multipropiedad el que el Pachuca y el León pertenezcan a este grupo ante los ojos de todos, la misma Federación Mexicana de Futbol.
Para este ente organizativo y para Jesús Martínez basta y sobra que se haya cedido la propiedad del León hace ya algunos años a Jesús Martínez Murguía, el hijo de Jesús Martínez Patiño.
Hace algunas semanas el propio Alto Comisionado del futbol mexicano, Juan Carlos Rodríguez, reconoció en una sesión de un Consejo Editorial honorario del que este columnista es miembro, que el Pachuca y el León aparecían en sus registros como propiedad de dos personas diferentes.
Fuera de este absurdo cuadro argumentativo, la multipropiedad en el futbol mexicano ha vuelto a ser noticia por el impedimento reglamentario que impone la FIFA a los participantes del Mundial de Clubes. Resulta que a este evento clasificaron el Pachuca y el León. Y pues está prohibido que jueguen en esta competición dos equipos propiedad de la misma empresa o empresario. Así que menudo problema al que se enfrenta Martínez Patiño y la misma FMF y Liga Mx.
O venden a uno de los dos equipos en las próximas semanas y de forma diáfana se transparenta en manos de quién quedan. O se retira uno de los dos equipos dando paso a otro. O se esperan a que la FIFA expulse a ambos. O llegan a una negociación y consiguen una excepción.
Lo único que nadie puede argumentar en el futbol mexicano es que estas irregularidades son de nueva aparición. Hace al menos dos décadas y media que se viene denunciando y razonando que la multipropiedad no es una práctica sana, sino que es algo que genera sospechas y deshonras. Lo sabe Jesús Martínez y todos los empresarios que han incurrido e incurren en estas acciones.