A mí me gusta y mucho la dupla que dirigirá a la Selección Mexicana de Futbol próximamente: Javier Aguirre como director técnico y Rafael Márquez como su auxiliar.
Con un elemento adicional que vuelve la fórmula aún más atractiva: la de que Rafa Márquez quede como entrenador principal terminando el Mundial del 2026. Esto con el propósito de darle continuidad a su trabajo rumbo a la Copa del Mundo del 2030.
No suena nada mal. Ambos personajes cuentan con una enorme experiencia, uno y con un gran futuro, el otro. Además de a la Selección Mexicana en dos Mundiales, Javier Aguirre dirigió a los representativos nacionales de Japón y Egipto. Y a varios equipos en la Liga española. Márquez es quizá después de Hugo Sánchez, el jugador mexicano con mejor trayectoria europea al brillar con el Barcelona. En este último equipo estaba integrado como entrenador del Barcelona B.
Darle continuidad a un proceso de trabajo en la Selección Nacional es, además, un viejo anhelo que ahora se puede lograr.
Así como no gustaron a nadie las formas empleadas por Juan Carlos Rodríguez y compañía para propiciar la salida de Jaime Lozano tras el fracaso del equipo en la pasada Copa América, ahora hay que reconocer que con la llegada de Aguirre y Márquez, habrían actuado con conocimiento y prontitud.
Ningún gran estratega de orden mundial de los que se mencionaron para generar una revolución en la Selección garantizaba un trabajo como el que puede generar esta dupla. Ambos conocen al futbolista mexicano, dominan al medio y pueden neutralizar o sacarle provecho a cualquiera de los otros factores que terminan impactando en su trabajo.
Fuera del alemán Jürgen Klopp, que declaró necesitar un año sabático y por ende no está disponible, no veo a nadie de los que se mencionaron con la condición de propiciar un cambio profundo. Imposible saber al momento si realmente hubo acercamientos con alguno y lo que, si sí, respondieron.
Aguirre y Márquez pueden hacer el mejor trabajo posible ante condiciones objetivamente complicadas. No se cuentan con jugadores diferenciables, ni en defensa ni en ataque. El principal valor será el del grupo realmente unido.