Convengamos en que la tecnología que tenemos al alcance de la mano puede ser abrumadora. Frecuentemente, ante la duda sobre cómo es que nuestro celular realiza tal o cual operación, aparece en voz de un conocedor la tremenda frase: “el algoritmo”. El Diccionario de la Real Academia Española define algoritmo como un “conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema”.
Y ahí termina nuestro camino hacia el conocimiento de la maquinita que llevamos a todas partes y que nos ofrece todo tipo de soluciones: “es por el algoritmo”.
Tomemos por ejemplo el astrolabio, una especie de computadora de bolsillo de la antigüedad. El astrolabio funcionaba de la siguiente forma: para saber la hora había que elegir una estrella. Tomaba usted ese medallón formado de discos de oro, cobre y otros metales y lo apuntaba a una estrella que fuera visible desde su posición. Entonces, se ajustaba uno de sus diales para hacer coincidir el ojo con la estrella elegida, digamos, Polaris.
Si usted quiere conocer más acerca de cómo el cielo influyó en nuestra forma de desarrollar tecnología, no se pierda este libro: Ciencia y guerra. El pacto oculto entre la astrofísica y la industria militar, editado por Paidós; su autor, el divulgador y científico Neil deGrasse Tyson, es director del Planetario Hayden en el Centro Rose para la Tierra y el Espacio de Nueva York, y fue un destacado alumno y asistente de Carl Sagan.
Los fundamentos teóricos de la informática y la computación como hoy la conocemos llegaron muchos años después de esos parientes prehistóricos de la laptop. Fue el matemático inglés del siglo XIX, George Boole, y sus trabajos de lógica simbólica y álgebra, publicados en el libro Las leyes del pensamiento, quien introdujo la pieza clave de las computadoras: la lógica binaria. Esto es: representar proposiciones y operaciones lógicas utilizando variables binarias, es decir, unos y ceros.
Sin embargo, el padre de la teoría computacional fue Alan Turing, un matemático y lógico británico que, a inicios de los años treinta, sentó las bases de la informática moderna y los fundamentos de la inteligencia artificial.
Carl Sagan nos dejó por escrito una advertencia: “Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la que casi nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el desastre”.
Medio tengo una idea del algoritmo. Si usted cree que entendí todo lo que leí se ha equivocado.