Hoy que existe una pausa en los aranceles, pero México no debe confiarse, pues solo fue un primer amague de salida en el cuadro de ajedrez, donde el primer ataque ha sido al alfil, que es Pemex, y ha puesto en una encrucijada a la manufactura de los sectores eléctrico y de transporte, lo que puede incrementar los costos y dar a pie a tener un onshoring más rápido de lo previsto por Estados Unidos.
Hay que esperar si el presidente Trump pone como parte de su estrategia reconocer ciertos costos para bajar el pago de impuesto por aquellas empresas que regresen a su país, o de otras nacionalidades, que decidan reducir los costos de logística y elevar el número de empleos con base en el pago de hora promedio actual vigente en Estados Unidos.
Los aranceles son una herramienta de negociaciones actuales, que no son ejercer una diferencia en precios al consumidor, son amagues para negociaciones políticas, económicas o firmas de acuerdos, los cuales dependerán de la fortaleza, desventajas y la forma como éstas son contestadas, bajo un esquema real de lo que un país cuenta en el largo plazo.
Es imperativo que México se enfoque en tácticas de largo plazo y no apagar incendios, ya que en los cuatro años venideros se presentarán bajas y altas de guerras comerciales, las cuales tendrán lugar a solo respuestas inmediatas para solventar ataques específicos, fundamentados o no, a través de aranceles. Por esta razón debemos primero comprender qué posee México para contranegociar e igualar las fuerzas.
México, no crea o ensambla tecnología propia, las unidades económicas de otros países, instaladas en las diferentes zonas industriales, y mercados indican cómo crear o ensamblar a una mercancía, pieza o máquina para exportarse. Las empresas no son de mexicanos que originaron una tecnología y, por tanto, éstas pueden migrar a otras naciones.
Actualmente, 82 por ciento del total exportado al mundo va a Estados Unidos. México presentó una balanza positiva a noviembre de 2024 de más de 238 mil millones de pesos respecto a su socio comercial. El argumento de los aranceles, respecto a un problema de índole de seguridad acusada por el presidente Trump, es un formulismo de declaración bien estudiada que no afecta a los acuerdos del T-MEC, al considerar esto de seguridad nacional para EU y como acontecimientos de fuerza mayor.
Del total de la mercancía enviada, 65 por ciento es movida por vía terrestre y más de 80 por ciento por este medio es enviada a Estados Unidos. Requiere con urgencia un subsidio al diésel empleado en el transporte, para que pueda tener un bajo costo ante la incertidumbre de los porcentajes arancelarios en el corto y mediano plazos. Mucha exportación, pero cómo mover a bajo costo.
México tiene un déficit con China de más de 110 mil millones de dólares, y esto significa que el país asiático ha conquistado al mercado. Estados Unidos, requiere romper vínculos de México con China ante el posible uso del T-MEC para que empresas de este país puedan colocarse como un caballo de Troya en los diferentes nichos de mercados en la nación de las barras y las estrellas. México está preparado para esta ruptura.
Del total exportado de México a Estados Unidos, 36.94 por ciento es manufactura de máquinas, aparatos y material eléctrico, 27.93 por ciento de ensamblado, producción de piezas y refacciones para transporte, 4.30 por ciento del envío de productos del sector agrícola, 4.02 por ciento de alimentos procesados, 3.67 por ciento de minerales, 3.66 por ciento de siderurgia, 2.81 por ciento plásticos, 1.61 por ciento textil, 0.88 por ciento materiales de construcción y 0.82 por ciento ganadería, entre las más destacadas. Estos porcentajes indican que México no tiene el control de lo exportado en 65 por ciento debido a que son tecnologías con patentes de origen de otros países. Solo tiene del hecho real en México de 35 por ciento.
Respecto al sector de la manufactura de transporte, ésta será la estrategia donde estarán dirigidos los esfuerzos de Estados Unidos para realizar el onshoring. En 2024, el total de vehículos producidos en México fue de 3.9 millones de unidades, de las cuales 42 por ciento fue construido por firmas estadunidenses, 33 por ciento japonesas, 17 por ciento alemanas, 7 por ciento surcoreanas y 1 por ciento chinas. Del total producido por las marcas, 87 por ciento se exporta y solo queda 13 por ciento en el mercado mexicano. Eso confirma que México es un país ensamblador de tecnologías. Del total producido de vehículos de las diferentes marcas, 69 por ciento se envía a Estados Unidos, y del total que se exporta al mundo, 80 por ciento va al mercado estadounidense.
En el sector de energía, la colocación de aranceles, principalmente al precio de la mezcla mexicana, el mayor afectado será la refinería Deer Park debido a que del total que exporta México a Estados Unidos, de 45 a 55 por ciento se envía a la refinería de Pemex. Recordemos que EU importa alrededor de 7 millones de barriles diarios, y México representa entre 5 a 6 por ciento del total. Pemex, en el caso que se confirmen los aranceles, deberá evaluar el impacto y ofrecer descuentos a las refinerías. La petrolera estará preparada para mermar 24 por ciento de los ingresos de la empresa que provienen de las exportaciones del petróleo crudo.
Puedes negociar la suspensión por periodo de tiempo, pero buscarán el lado débil para continuar hostigando a México ante la debilidad de no tener una realidad económica basada en autonomía tecnológica, haber aprendido de otros cómo hacer una máquina, equipo y mercancías, cuyo objetivo es obtener una marca propia para el futuro. Seguir en la comodidad de ensamblar algo de alguien dista de la realidad de una economía golondrina de nearshoring debido a que las empresas hoy buscarán a quien ofrece reducir costos, primero de impuestos, después logística, y estar dentro de un mercado de alto consumo de bajo riesgo.
Ensamblar mucho y exportar más de 80 por ciento a un solo país indica que eres independiente de esta nación y que será muy difícil salirte de esta comodidad dado que estás acostumbrado a que solo te den un manual para ensamblar.
Es importante que las universidades, en conjunto con los empresarios, puedan ahora sí, unirse para crear planes de estudios para crear mentes que construyan marcas, y que el gobierno actual y futuro dejen de apostar por la seguridad social ya que ese dinero solo sirve en el corto plazo, y lo que se requiere son económicas fuertes en el futuro.
El mundo ya cambió y México no está preparado para una guerra comercial.