Nueve de cada 10 negocios en México pierden el sueño pensando en la supervivencia. A las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), que representan más de 50 por ciento del PIB del país, les preocupa vender, pagar la nómina, la renta y abrir la cortina mes a mes.
Las mipymes son la columna vertebral de las economías, por su participación en el PIB y la generación de empleo, pero su esperanza de vida no es muy amplia. Muchas mueren a los tres años y en promedio viven unos ocho. El reto y el estrés es la constante.
Para ellas, el largo plazo es difícil de vislumbrar, porque en el corto plazo se lucha. No hay receta mágica, pero un ingrediente irremplazable es el acceso a financiamiento.
En México cada vez es menos relevante el crédito a mipymes en el total de la cartera: era de 25.4 por ciento en 2016 y hoy es de 16.4 por ciento. Solo una de cada cuatro mipymes que solicitan crédito, lo obtienen. Además consideran que es caro.
Una mipyme con un financiamiento adecuado resuelve los temas de dinero del día a día y piensa en estrategias para incrementar sus ventas. Una empresa que aumenta sus ventas puede emplear a más y crecer. El beneficio es para la comunidad y la economía.
A las mipymes les haría bien el financiamiento y el negocio de las instituciones financieras crecería atendiendo al mercado; más competencia ayudaría a mejores productos y con menor costo. ¿Dónde está la barrera?
Del lado de las instituciones financieras hay interés, me dijo Sebastián Carlsson, cofundador y director de operaciones de Syntage. “Parece un dilema del huevo o la gallina, pero si se adoptan nuevas tecnologías que permitan un análisis de riesgo más veloz en las instituciones financieras, no me cabe duda que se daría un buen huevo o un primer paso para fomentar esa inclusión financiera”.
Para obtener un préstamo, la empresa necesita demostrar dos años de historial contable y auditable, me contó Sebastián, “es mucho tiempo” y debe digitalizarse y formalizarse. Este proceso no hace sentido. Es tristemente entendible que en una economía que emplea a 31.8 millones de personas en la informalidad, las mipymes perciban la formalización como poco atractiva.
Ver al crédito como trampolín, sobre todo si este llegara de forma eficiente, en un menor plazo y costo, podría incentivar un círculo virtuoso. Para Sebastián, la respuesta está en la data alternativa y el open finance. Con eso, me dijo, se mide mejor el riesgo de financiar a las mipymes, estas ven un incentivo en la digitalización y la formalización, y se logra reducir la brecha de financiamiento existente.
En la ecuación hay más jugadores, no solo la institución que presta y la mipyme que trabaja, hay reguladores, impuestos, políticas públicas. En todos los ámbitos hay que tener una visión a largo plazo si queremos sostenibilidad, desarrollo y éxito. ¿Quién dará el primer paso?