La amenaza que no ves venir

Ciudad de México /

No sé si les habrá sucedido como a mí, pero en lo personal veo cada vez más personas usando el ‘anillo inteligente’ que hace Oura. Fundada en 2012 en Finlandia, Oura ha vendido hasta ahora 2.5 millones de anillos que registran datos biométricos: desde la frecuencia cardiaca y la temperatura, hasta las calorías quemadas e incluso la distancia caminada.

Cada vez que me topo a alguien con ese anillo, les pregunto si les gusta usarlo y cómo le sacan provecho. Invariablemente, todas las personas me han respondido lo mismo: les encanta sobre todo para medir la calidad de su sueño. Muy por encima de todas las funcionalidades que ofrece Oura, a todo mundo lo que parece importarles más es qué tan bien están durmiendo.

Y de la mano del sueño, lo que todos descubren es lo mal que les va cuando consumen alcohol. Es la típica conversación: veo a alguien con el anillo, le pregunto que por qué lo usan, me responden que para medir cómo duermen, e inmediatamente después hacen la observación de que no descansan nada cuando antes de acostarse toman alcohol. Siempre, siempre es igual —y lo mismo si es con alguien que usa el anillo Oura, que alguien que usa una banda Whoop o algún otro dispositivo de medición de biométricos.

Pareciera que de un momento a otro, un grupo cada vez más grande de personas está descubriendo cómo les perjudica consumir bebidas alcohólicas antes de dormir.

En Reddit abundan las conversaciones de quienes están sacándole la vuelta al alcohol como consecuencia de usar Oura.

“Ver una y otra vez la evidencia clara de cómo incluso una pequeña cantidad de alcohol afecta el sueño, la puntuación del descanso y, en consecuencia, la calidad del día siguiente, hizo que prácticamente dejara de tomar alcohol por completo”, dice uno de los usuarios. “Pasé de tomar 1 o 2 copas cada noche mientras me relajaba viendo la tele, a solo 1 copa a la semana durante nuestra cena de los viernes. ¡Y solo si cenamos temprano! Tengo una botella de vino que me regalaron y lleva meses ahí, sin abrir”, responde otro.

Me pregunto si alguna vez los productores de bebidas alcohólicas imaginaron que este tipo de tecnologías terminarían convirtiéndose en una amenaza para su negocio.

La cerveza, el vino y los licores están aquí para quedarse. Nadie cree que van a desaparecer. Pero sí es factible que cambie la frecuencia de consumo y su nivel de popularidad, particularmente entre nuevas generaciones.

Algunas encuestas están ya mostrando una tendencia así. El año pasado, Gallup encontró que en Estados Unidos casi 40% de los mayores de edad no habían consumido alcohol en los últimos 7 días —la cifra más alta en los últimos 25 años— y también que, de entre quienes sí toman frecuentemente alcohol, el porcentaje que reconoció que en ocasiones se excede bajó a una cifra récord de 16%. Como contexto, en 2016 era 25%.

Más allá de anillos inteligentes, del sueño y de tequilas, este caso ejemplifica que las amenazas para tu empresa pueden estarse gestando en los lugares que menos imaginaste. No significa que tengas que estar siempre paranoico, pero sí que es esencial estar al tanto de lo que sucede en el mundo para identificar tendencias y poder anticiparte.

Por lo pronto, si ves a alguien usando un anillo Oura o una banda Whoop, pregúntale que cómo durmió y si está disminuyendo su consumo de alcohol (y me cuentas qué te responden).


  • René Lankenau
  • Fundador de Whitepaper
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