“Los familiares se inconforman por la ausencia de uno de sus integrantes. Quiero decirles que… en 97.2 por ciento de los homicidios ocurridos en el estado (de Sonora) las víctimas se esmeraron, en el transcurso de su vida, en crear un entorno de riesgo, en virtud de las actividades ilegales en las que estuvieron involucradas”.
La frase es de Alfonso Durazo, presidente del Consejo Nacional de Morena y gobernador de Sonora. El primer jueves de enero la pronunció frente a decenas de policías estatales.
Es la versión “ellas se lo buscaron” de nuestro presente. Hace un par de décadas, Arturo Chávez Chávez, entonces procurador de Chihuahua, explicó el feminicidio masivo en Ciudad Juárez echando la culpa a las mujeres que salían de noche portando faldas demasiado cortas.
Después de aquella tremenda estupidez no pudo quitarse de encima el estigma de su misógina. Eran otros tiempos, donde un resbalón de este tamaño arruinaba para siempre la reputación del declarante.
¿De dónde sacó Alfonso Durazo la cifra de 97.2 por ciento de los homicidios que supuestamente suceden porque la víctima no solo se lo buscó, sino que “se esmeró” para ponerse en riesgo?
Que diga, en caso de que le conste a este líder de la mayoría gobernante, si Howard Jacob Miller, de 12 años, Titus Alvin Miller, de ocho meses, Trevor Harvey Langford, de 11 años —todos integrantes de la familia Lebarón— perdieron la vida por haber incurrido en el delito de “esmero” de riesgo criminal.
Que diga, si le consta, si Luis Urbano y Tomás Rojo, personas muy respetadas de la comunidad yoreme, también se ganaron su trágico destino por andar en malos pasos. Que diga el primer secretario de Seguridad federal del gobierno de Andrés Manuel López Obrador si le consta que Abel Murrieta, abogado y candidato a alcalde de Ciudad Obregón, fue igualmente ultimado por meterse en negocios con la maña.
Con estas declaraciones, prácticamente instrucciones, entregadas a la policía local, Durazo se revela como el Nayib Bukele mexicano. Eleva un prejuicio clasista y desinformado a nivel de hipótesis para un arbitrario perfilamiento que, por obra de su frivolidad, convierte en un tronar de dedos a la víctima en victimario.
Zoom: Que diga el señor Durazo, si le consta, ¿con qué peregrina evidencia obtuvo la cifra de 97.2 por ciento que recetó en Sonora el Día del Policía?