Además de bombas, varias mentiras vuelan sobre territorio iraní. La primera y más notoria es que no se trata de una guerra. La segunda, aún por despejarse, es que Irán no estaba fabricando bombas nucleares.
Este fin de semana un ataque coordinado entre Israel y Estados Unidos fue lanzado sobre distintos objetivos iraníes. Mientras las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) diezmaron instalaciones militares convencionales, la primera potencia armada del mundo se ocupó de atacar la capacidad nuclear de Irán, destacadamente el sitio de Fordow, situado a 32 kilómetros de la ciudad de Qom y escasos 140 kilómetros de Teherán, la capital persa.
Marco Rubio, secretario de Estado del gobierno de Donald Trump, afirmó que su país no había declarado la guerra, porque el objetivo se limitó a un mero ataque quirúrgico. JD Vance, vicepresidente estadunidense, reforzó la idea de que Estados Unidos no está en guerra contra Irán sino contra su programa nuclear.
Esta definición ambigua sobre la declaración de guerra se debe a que el presidente Donald Trump podría haber extralimitado los poderes conferidos por su Constitución, la cual —salvo circunstancias muy limitadas— entrega esa facultad al Congreso.
De su lado, el gobierno iraní asegura que Trump ha elaborado un pretexto mentiroso para apoyar a Israel, ya que desde 2003 su país renunció a la fabricación de bombas nucleares.
Argumentan también que el uranio enriquecido que se encontraba en Fordow tenía propósitos médicos y no militares. Sin embargo, Israel y Estados Unidos advirtieron que los niveles de uranio enriquecido dentro de esa instalación habían alcanzado niveles alarmantes. Según Israel, en solo 15 días Irán podía tener lista una bomba nuclear.
Aún son incalculables los daños provocados por haber bombardeado Fordow. Rafael Grossi, titular del Organismo Internacional de Energía Atómica, pidió ayer mismo realizar una evaluación en territorio, ya que los efectos podrían ser desastrosos. Cabe temer la dispersión de polvo radioactivo que afectaría en el corto y mediano plazo a las poblaciones civiles.
Zoom: De acuerdo con el Protocolo de Ginebra, está prohibido bombardear instalaciones nucleares, ya que tal cosa puede provocar catástrofes comparables con las tragedias de Chernóbil (1986) y Zaporiyia (2022-2023).