En México el tipo de cambio es un indicador político: por las devaluaciones que se vivieron en el pasado tenemos por costumbre suponer que el valor del peso mexicano sirve para calificar el buen o mal desempeño de los gobiernos.
Hay una tonelada de razones por las que tal cosa es un error; sin embargo, las variables que definen a la cultura política no suelen ser razonables.
Andrés Manuel López Obrador lleva seis años afirmando que la apreciación del peso frente al dólar fue un indicador de la confianza política a propósito de su administración. Si esto fuese cierto, la depreciación en casi un 10 por ciento de la moneda mexicana en solo dos meses implicaría que dicha confianza se está deteriorando o, peor aún, que la fe en el próximo gobierno es menor.
Porque tienen mayor gravedad, antes de considerar los argumentos internos es necesario despejar los motivos que influyen desde afuera. El principal tiene que ver con que el peso mexicano es la moneda emergente que más se compra y se vende en los mercados cambiarios. Es así porque se trata de una moneda señal que está disponible durante los cinco días hábiles de la semana, las veinticuatro horas del día.
Para bien o para mal, tal circunstancia provoca que todo evento global afecte el valor del peso. Un ejemplo reciente fue el atentado contra Donald Trump que mejoró sus posibilidades de triunfo. La incertidumbre que implican las elecciones estadunidenses impacta no solamente sobre México, sino sobre todas las monedas emergentes.
De aquí a noviembre las elecciones del país vecino van a presionar al peso, lo mismo que la incertidumbre europea respecto de la guerra entre Rusia y Ucrania y las guerras en Oriente Medio.
A esta circunstancia, ahora sí, se suma la incertidumbre política interna. Mientras no se pueda descifrar el impacto que va a implicar el paquete de reformas constitucionales, en particular la judicial, el peso mexicano perderá valor en los mercados cambiarios.
A lo anterior se suman malas noticias reportadas la semana pasada para lo que resta de este año respecto a las tasas nacionales de inflación y crecimiento, así como la desconfianza del sector empresarial.
Zoom: El valor del peso será tan incierto como inciertos sean los escenarios nacionales e internacionales. Respecto de lo segundo, poco podremos hacer; en cambio, sobre lo primero sí que hay margen de maniobra.