Este pasado domingo Claudia Sheinbaum fue retenida en Motozintla de Mendoza, municipio fronterizo entre México y Guatemala, por hombres fuertemente armados y encapuchados, con ropa de camuflaje y gorras y playeras impresas con la imagen del Mayo Zambada.
El intercambio fue respetuoso, pero no voluntario; en el video tomado por los sicarios, que luego filtraron, para que quedara constancia, la candidata se ve incómoda y mucho más tensa que de costumbre. Por algo López, con Sheinbaum en la habitual cámara de ecos, cocinó al vapor —ha de haber sido vapor de peyote— el cuento de que todo era un montaje, que no eran narcos, que era propaganda negra, un ardid quizá de Latinus para hacerlos quedar mal. La verdad es que Sheinbaum no lo puede tomar personal; en esos lares lo más común es que grupos de la delincuencia organizada formen retenes en las carreteras y paren a quienes ingresan al municipio, pidiendo destino y motivo del viaje, revisando la credencial de elector y, a veces, la cajuela del coche. Asunto de controlar rutas, territorios y mercancías.
El hipo aquí es que los narcos no detuvieron al mexicano promedio, al turista o la señora que va a pasar fayuca barata a Guatemala, sino a la candidata del partido oficial y regenta designada por López Obrador, con su caravana de guardias y de soldados al calce. Porque pueden, porque ellos son la autoridad absoluta allí, como en tantas otras partes de México en este sexenio de abrazos capitulantes. El sicario le dijo a la aludida lo siguiente: “Que se acuerde cuando esté en el poder, acuérdese de la sierra, acuérdese de la gente pobre; nada más eso le queremos decir, no estamos en contra del gobierno, llévese eso en su mente, no estamos en contra de ustedes… Somos como pueblo y estamos acá tres veces por semana cuidando a nuestro pueblo, no queremos que Motozintla sea un desastre más como Comalapa, queremos que usted, cuando esté en la Presidencia, nos haga favor de limpiar ese tramo a Comalapa porque no podemos llegar para allá”.
En traducción del narco al español esto quiere decir: candidata, no tenemos bronca con usted, pero cuando sea presidenta queremos que nos despeje al otro cártel del vecindario. La imagen de Zambada es para que no quede la menor duda a quién representamos. El cártel que domina Comalapa es el de Jalisco Nueva Generación, y queremos que nos haga el favorcito de enviar a sus chicos de verde para que podamos tomar la plaza en paz. Usted se anota un punto, nosotros le garantizamos los votos de la zona y todos felices.
Por toda respuesta la regenta alcanzó a balbucear un mustio: “Sí, está bien”. Y la dejaron pasar, con todo y su séquito. Los encapuchados se fueron a sus anchas y los policías locales dijeron no haber visto absolutamente nada.
En un mitin anterior, en Comitán de la Vega, y en el de Motozintla luego del detente carretero, Sheinbaum dijo así: “Va a seguir disminuyendo la inseguridad en México y particularmente en Chiapas. Nosotros tenemos un proyecto de varios ejes, pero tiene que ver con dos elementos centrales: seguir atendiendo las causas y, segundo, disminuir la impunidad”.
Sí, está bien.