Etnografía Congresional

Jalisco /

A mis alumnos de siempre

Sin tener claros los motivos de la invitación que recibí por parte del Congreso del Estado; finalmente decidí atenderla y confirmé mi asistencia a la sesión que, bajo el nombre de “Junta Preparatoria”, se celebró puntualmente el viernes pasado. Fue gracias a mis alumnos, quienes horas después, me ayudaron a esclarecer algunas razones de tal invitación y me animaron a compartir esta experiencia.

Comienzo por advertir que la susodicha Junta es un mandato: la Ley Orgánica del Poder Legislativo establece en su artículo 12 lo siguiente: “en el año de la renovación del Congreso del Estado, a las 11 horas del día 25 de octubre, en el Recinto Oficial, deben reunirse los diputados y diputadas propietarios electos, sin necesidad de previa cita, para celebrar la junta preparatoria”. En contraste a la precisión con la que la normatividad orgánica aborda tanto los asuntos como las formas que enmarcan la toma de protesta de los diputados y diputadas propietarios electos; el desahogo del orden del día estuvo marcado por equívocos, imprecisiones y hasta improvisaciones muy humanas que, aunque no afectaron el fondo de las decisiones, no dejaron de aparecer las muy humanas formas para advertirlas, conforme a los usos y costumbres de los cuerpos parlamentarios.

De la vasta diversidad de comportamientos observados comparto uno que llamó mi atención: el empleo de la mano izquierda por parte de algunos diputados y diputadas al momento de su toma de protesta. Aunque muy probablemente lo hacen como una manera de externar su orientación ideológica, tal gesto para un zurdo natural como yo, lo único que hizo fue recordarme aquellos infructuosos esfuerzos de mi madre, quien se empeñaba en que escribiera con la “orientación correcta” en la libreta o aún más, para obligarme a persignar con la mano derecha durante la misa. 

Aún menos significado tendrá para los jóvenes de hoy en día, que continúo cómodamente escribiendo y persignándome con la mano izquierda, las definiciones ideológicas de los políticos. Lo que no pasa inadvertida es su condición muy humana, que los hace falibles y convierte en disparate aquella pretendida “supremacía” legislativa.


  • Roberto Arias
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