Conforme a la Convocatoria emitida por la Comisión Especial Electoral de Consejo General Universitario, esta semana será definitoria para el proceso de elección del próximo rector o rectora general de la Universidad de Guadalajara: entre el día de hoy y el día de mañana, las y los candidatos registrados tendrán la oportunidad de exponer ante los integrantes del máximo órgano de Gobierno de la Universidad, su visión y su programa de trabajo para los siguientes seis años, con lo cual estarán en condiciones de emitir su voto informado durante la sesión extraordinaria del próximo viernes.
Algunas voces han enfatizado la relevancia del acuerdo interno que mantiene un grupo muy reducido de liderazgos universitarios para la definición de quién sustituirá al actual rector; no obstante, más allá de esta visión francamente reduccionista del proceso electoral lo cierto es que cada una de las mujeres y cada uno de los hombres que conforman hoy el Consejo General Universitario tienen ante sí una oportunidad histórica de convertir el proceso electoral en marcha, en un testimonio inequívoco de madurez política y compromiso cívico con los principios democráticos que lo inspiraran.
De entrada, la naturaleza pública del propio proceso ya es un cambio cualitativo importante, toda vez que nos ha permitido disponer a través de los diversos medios de comunicación y las redes sociales de la información que nos brinda una idea de las visiones y las propuestas de quienes aspiran a dirigir nuestra Universidad durante los siguientes seis años.
De mantenerse el espíritu de civilidad que hasta ahora ha prevalecido en el desahogo de las distintas etapas del proceso en marcha y con independencia de cuál sea el resultado que conoceremos el próximo viernes, a favor de una de las cinco personas que aspiran a convertirse en rector o rectora general de la Universidad de Guadalajara; estoy cierto que cada una de las trayectorias y liderazgos personales de las y los actuales candidatos restantes, sabrán sumarse y complementarse para hacer frente a los no pocos desafíos que en general enfrenta hoy la educación superior de Jalisco y nuestra Universidad de Guadalajara en particular.