Los pusieron en su lugar al ‘Tata’ y sus estrellas

Ciudad de México /

Con el perdón de ustedes, amables lectores y muy probables seguidores de equipos de otras proveniencias, el triunfo del Monterrey frente a las huestes de don Martino lo disfruté colosalmente.

Pero, vamos un poco hacia atrás, para dejar bien asentadas las causales de mi júbilo: para empezar, mi nación favorita, en la condición de francófilo declarado que he ido cultivando a lo largo de los años, era Francia, no Argentina. Me refiero a mi gallo en el pasado Mundial de Qatar, para que se entienda de lo que estoy hablando. Es cierto que los suramericanos son gente lindísima y cuando los estadounimexicanos nos encontramos en aquellas comarcas australes nos sentimos como en casa de lo amables que son los naturales de allá.

Pero, qué caray, al mentado Tata lo tengo atravesado, más allá de mis preferencias futbolísticas, lingüísticas y culturales: si el hombre hubiera contado con los servicios, digamos, de Santi Giménez o de Diego Lainez o hasta de Javier Chicharito Hernández en lugar de montar un conjunto con una miserable capacidad ofensiva (Funes Mori y Raúl Jiménez de supremos representantes del poderío nacional, háganme ustedes el favor) y si con ese armamento el Tri hubiera anotado un golecito, uno nada más, pues entonces la Suprema Selección de Patabola de nuestro país hubiera hecho un papel menos bochornoso en la gran justa internacional.

Luego de ser fulminantemente defenestrado de su cargo en el Tri, Martino se levantó de sus cenizas y, lo que son las cosas, terminó dirigiendo a un club poblado de figuras terminantemente crepusculares pero no por ello menos célebres: ni más ni menos que Messi, para abrir boca, luego el antipático de Luis Suárez y, para rematar, antiguos barcelonistas de la talla de Busquets y Jordi Alba.

Pues, más allá de no acabar de entender cómo un tipo con tan malas cuentas en un Mundial pudiere encontrar acomodo en el tal Inter de Miami y de desear secretamente, o no tanto, que no cosechara títulos ni triunfos ni éxitos ni aclamaciones ni nada, ésta, la del pasado miércoles, fue la ocasión soñada para que mis mezquinos sueños se trasmutaran en una revancha personal: al Tata y sus estrellas les pasaron por encima los regiomontanos.

Partidazo, aparte, el de Rayados. Son fortísimos aspirantes al título de este torneo Clausura y luego de este gran triunfo han de tener la moral por las nubes.

Yo, nuevamente con el perdón de ustedes, sigo festejando.


  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
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