Cuatro años de amenazas (y de permanente incertidumbre)

Ciudad de México /

Esto apenas comienza. Ha sido apenas un primer round, para ponerlo en términos boxísticos, entre la presidenta de México y el matón que gobierna los Estados Unidos.

El hombre pretende ser un gran negociador, pero su estilo es un tanto particular: todas las ventajas son para él o, en todo caso, su estrategia es aplastar al adversario.

Si tuviera una visión más moderna de las cosas promovería una plena alianza comercial entre las tres naciones de Norteamérica para conformar el bloque económico más poderoso de todo el planeta, pero la mente del tipo no funciona de esa manera. Sabe muy bien lo que quiere, hay que decirlo, pero justamente ahí está el problema: su primerísima preocupación es aparecer como un valentón perdonavidas y su objetivo principal no es otra cosa que el ejercicio del poder, por no hablar de que su egocentrismo lo lleva, paralelamente, a colocar a su persona por encima de todo lo demás.

Es también un sujeto mezquino, rencoroso y tan poco ilustrado que se siente capaz de resolver problemas tremendamente complicados —ahí está el tema de Gaza, para mayores señas— con tan sólo plantear la primera ocurrencia que le viene a la cabeza.

Y, bueno, como no quiere nada a México, a Claudia Sheinbaum es a quien le tocará lidiar con el belicoso e impulsivo personaje durante cuatro larguísimos años. En esta ronda preliminar la mandataria mexicana obtuvo que Trump no siguiera empuñando el revólver, sino que lo dejara encima del escritorio —con toda la carga, eso sí— durante un mes. No fue a cambio de nada, con el permiso de quienes piensan que hemos ganado el primer episodio de la interminable pelea: nuestro país deberá movilizar a 10 mil miembros de la Guardia Nacional para controlar a los extraños que aspiran a vivir el mentado “sueño americano” —emigrantes que provienen de Centroamérica y de shithole countries, si me permiten ustedes servirme del vocabulario de The Donald, como Venezuela, Cuba, Haití y Nicaragua, expulsores de personas— y este escribidor, entre otras de sus preocupaciones, quisiera saber, de entrada, el costo de parecida movilización y luego, ya entrados en gastos, el correspondiente precio en términos de derechos humanos, sufrimiento puro, injusticia y violencia.

Va un round, uno nada más...


  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
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