Lo de los apagones tiene su lógica: un régimen que pretende tener un control absoluto sobre todas las cosas y cuyo primer propósito es ejercer el poder, no puede dejar que las fuerzas del mercado operen en los sectores estratégicos de la economía.
De tal manera, certificando rigurosamente el principio de “aquí mando yo”, doña 4T ha impedido que empresas privadas e inversores de otras proveniencias participen en la generación de electricidad y la suprema gesta de proveerle a los estadounimexicanos la energía que necesitan la afronta entonces una sola empresa, obligadamente estatal y debidamente sometida a los imperativos de la ideología.
A la militancia de Morena le importan más los dogmas que los resultados. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) llegó a generar ganancias en los tiempos del denostado y aborrecible PRIAN. Ahora tiene pérdidas, como ese hoyo negro llamado Pemex, como la aerolínea que manejan los militares y como el cacareado Tren Maya, entre otros tantos malos negocios que regenta papá Gobierno.
Ah, pero CFE es una corporación de todos los mexicanos, un faro deslumbrante de nuestra soberanía y patrimonio inalienable del pueblo.
Esas carretadas de dinero que el socialismo azteca tira a la basura salen, antes que nada, de los bolsillos de todos nosotros. Y, miren ustedes, si las sociedades y compañías establecidas aquí no tuvieran ganancias entonces no habría plata para nada ni para nadie. Tan sencillo como constatar que cuando hay rentas se pagan impuestos. Justamente, las tributaciones que los actuales gobernantes dilapidan criminalmente. Recursos de la nación que, gastados con sensatez y un mínimo de sentido común, transformarían, ahí sí, de verdad a México.
¿El traído y llevado nearshoring –es decir, la relocalización, en estos territorios, de miles de fábricas y plantas industriales para exportar productos al mercado más grande del mundo– va a tener lugar sin que esté siquiera garantizado el aprovisionamiento de la electricidad que requieren?
Estamos hablando de una oportunidad de desarrollo económico que no se volverá a presentar. De hecho, ya se tendría que haber avanzado en la ampliación de la capacidad energética de este país.
Al señor Bartlett, por lo que parece, no le interesa el tema. ¿Alguien le podrá pedir cuentas o seguirá el hombre tan ufano?