Si no gano, es fraude…

Ciudad de México /

La candidata presidencial del oficialismo nos advierte que puede ocurrir un fraude en las elecciones del 2 de junio. Es un aviso muy extraño porque ella va 20 o 30 o hasta 60 puntos porcentuales arriba de su más directa competidora, según la munificencia de cada encuesta. ¿Nos está avisando entonces que su triunfo —un mero “trámite”, en sus propias palabras (proferidas, lo suponemos, cuando no se le aparece en el horizonte, justamente, el espantajo del mentado fraude)— no será legítimo sino falaz?

No tiene lógica, oigan. Parece estar disparándose a los pies. Digo, se siente ya la ganadora, lo proclama con una muy irritante arrogancia y, al mismo tiempo, lanza la prevención de que los comicios serán de muy dudosa legalidad. Que alguien —digamos, un tercero desembarcado de un país todavía más exótico que éste— nos lo explique.

O, ¿pudiere ser, acaso, que en la bola de cristal de la aspirante bendecida por el actual primer mandatario se configura una victoria de la oposición y que, previendo que tan adverso desenlace tenga lugar, se cura en salud la mujer —como se dice coloquialmente— y prepara ya un escenario en el que su derrota no se debiere a que millones y millones de mexicanos decidieron votar libremente sino a que se perpetró una colosal trampa?

Pero, a ver, ¿quién pudiere dirigir tan morrocotudo montaje y, sobre todo, con qué medios? ¿Quién tiene esa capacidad organizativa? ¿El INE de la señora Taddei? ¿Los empresarios de la derecha conservadora? ¿Los académicos de la muy aburguesada UNAM? ¿Los científicos perseguidos por la temible Fiscalía General de la República? ¿Los padres de los niños que murieron por falta de medicamentos para el tratamiento del cáncer?

Enemigos no le faltan al régimen de doña 4T. O, más bien, el primer predicador de la nación se ha dedicado a señalar, a diario, a los compatriotas que no comulgan con sus doctrinas y les ha asestado inclusive el calificativo de “traidores a la patria”. Son, de tal manera, los adversarios designados y no merecen ser ya reconocidos como habitantes de un espacio común, esa gran patria nuestra que los seguidores del supremo acusador pretenden confiscarnos.

Pero, qué caray, a todos esos renegados no se les ven tamaños como para que puedan armar un gran fraude. ¿No podría la denunciante Sheinbaum ser un poquitín más específica y revelarnos quiénes son los tramposos?


  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
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