Un mundo cada vez más siniestro

Ciudad de México /

Donald Trump cacarea que podría apropiarse de Groenlandia y el canal de Panamá por la fuerza, de ser necesario. O sea, llegar en plan guerrero y doblegar a los locales para que renuncien a su soberanía.

Son las fanfarronadas de un sujeto embelesado con el poder personal, desde luego, pero lo verdaderamente inquietante es que una persona así tiene en sus manos las potestades de todo un imperio: no es un tipo que recorre los pasillos de un manicomio vociferando que es el rey del mundo, sino que dentro de unos cuantos días va a ejercer los mandos de la nación más pujante de todo el planeta.

Las cosas no eran así: después de los horrores de la última gran guerra, la humanidad repudió conjuntamente la violencia y se instauró, a pesar de la persistencia de los regímenes comunistas dictatoriales, un orden universal sustentado en valores colectivamente reconocidos como la democracia liberal, el respeto a los derechos humanos, el libre comercio entre los países (para mayores señas, se creó, en 1957, la Comunidad Económica Europea) y la renuncia a los enfrentamientos bélicos.

Hoy, el mundo está viviendo una muy perturbadora involución: han irrumpido en el escenario líderes políticos que no intentan siquiera invocar los principios que garantizan la paz entre las naciones, sino que alardean abierta y descaradamente de su condición de hombres fuertes. Se ganan con ello, paradójicamente, la adhesión de millones de ciudadanos, seducidos por un discurso que los conecta, al parecer, con la oscura y muy antigua pulsión humana hacia la brutalidad: nuestra especie, hasta hace muy poco, no había aprendido todavía que con el prójimo se puede dialogar, y negociar, en vez de irrumpir bárbaramente en su vivienda para asesinarlo y poder así violentar a su mujer, esclavizar a sus hijos y despojarlo de los bienes codiciados

¿No ha sido, nuestra historia, toda ella, un interminable recuento de invasiones, batallas y atrocidades?

Trump no va a procurar el bienestar de su pueblo. Como todos los de su calaña, su primerísimo y exclusivo propósito es tener cada vez más y más poder. Y en esta segunda versión suya, ya sin ataduras ni reservas, nos avisa, desde ya, que irá a todo galope.

Vamos a vivir una muy siniestra realidad, señoras y señores.


  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
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