El embelesamiento de alguna gente con el comunismo es punto menos que incomprensible. ¿Cuántas veces será necesario repetir que ese modelo fracasó estrepitosamente en todos lados, que no hay un solo ejemplo de un país comunista exitoso, que las personas que se buscan un futuro mejor no emigran a Cuba o a Corea del Norte sino a un paraíso desaforadamente capitalista llamado Estados Unidos de América y que la democracia liberal es infinitamente mejor que el asfixiante despotismo que ejercen unos regímenes comunistas en los que no hay libertad de expresión, no se celebran elecciones democráticas, se persigue y encarcela a los opositores, se censura el pensamiento crítico y se despliega brutalmente la violencia del Estado?
Lo asombroso es que el debate no sólo vuelve a resurgir en estos tiempos (uno pensaría que había perdido toda vigencia luego de que cayera el mentado Muro de Berlín y se derrumbara la Unión Soviética) sino que el socialismo confiscatorio es ahora una opción de políticas públicas en varios países del subcontinente latinoamericano. Miren ustedes, para mayores señas, el catastrófico desplome de Venezuela, una nación liderada por un siniestro demagogo, rentista de la entelequia del “socialismo del siglo XX” al igual que el dictadorzuelo que avasalla hoy al pueblo nicaragüense.
Parecía haber un consenso en el mundo entero acerca de la inviabilidad de la receta y un rechazo global a la monstruosa barbarie de sujetos como Mao Zedong y Joseph Stalin, ejecutores del exterminio de más de 100 millones de seres humanos. Pues, miren, el ala radical del partido gobernante de esta nación se las apaña para mirar hacia otro lado y desconocer alegremente la realidad del horror: la señora Citlali Ibáñez, alias Yeidckol Polevnsky (como no andaba por el vecindario Adolf Hitler, otro de los grandes genocidas de la historia, se inventó la mujer, por sus pistolas y con toda tranquilidad, un nombre judío, de otra manera hubiera jurado y perjurado que su apelativo era de certificado origen náhuatl refrendado, encima, en la pila bautismal), antigua jerarca de Morena, conmemora el aniversario del déspota chino; un dictador cubano preside los festejos de nuestra independencia; el Che Guevara, otro asesino, es un favorito del oficialismo…
¿Tenemos que comenzar a inquietarnos?
Román Revueltas Retes