Se lo ganó, así que supongo que Zoe Saldaña puede determinar cómo se identifica su propia estatuilla del Oscar; después de platicar al respecto con varias personas, algunas de ellas de la comunidad trans, creo que la actriz no está tomando en cuenta más que sus buenas intenciones al hacer semejantes declaraciones el pasado martes.
“Lo tenemos en mi oficina y es de género fluido”, dijo a la revista People. También aclaró que los pronombres de la estatuilla son “They/Them”.
OK. Estoy segura de que Zoe solo quiere mostrar su apoyo, pero no sé si se esté dando cuenta de que, así como su respuesta respecto a Emilia Pérez y a México tras ganar este Oscar, no está ni remotamente consciente sobre cómo se perciben estos comentarios, incluso por algunas de las mismas personas a la que se supone que pretende representar.
La guerra ideológica en Estados Unidos la ha ganado últimamente la derecha, porque los extremos en la izquierda, la cultura de cancelación de quien no piense igual y las exigencias sobre cómo todo mundo debe expresarse han sido hasta violentas.
Tenemos en este momento a la mejor gimnasta de la historia, Simone Biles, siendo atacada por los conservadores por responderle duro a Riley Gaines, la nadadora que aboga en contra de personas trans en el deporte femenino. Y así como tantas cosas más, se está poniendo violento.
Si Karla Sofía Gascón hubiese ganado ese Oscar, nadie podría negar que fue la primera actriz trans en hacerlo, pero Emilia Pérez fue un caos de principio al fin, y parece que sigue siéndolo. Le guste o no a Saldaña, la cinta sigue siendo una terrible representación de todo lo que pretendía abanderar.
Es una historia de criminales. ¿De verdad quiere seguir con ese discurso ante lo que está pasando a los latinos y a la comunidad trans en ese país en este momento? ¿Va por ahí? No ayudes, comadre.