La penitencia de Will Smith fue una especie de extraña catarsis social para todos. En la cinta Bad Boys 4 recibe sus buenas cachetadas y eso, sin la menor duda, fue una suerte de autoflagelo mezclado con un gran sentido del humor que ha funcionado y funcionado bien.
No creo que esa haya sido la única razón por la cual Bad Boys 4, la cinta que vino a promover a México con Martin Lawrence, haya sido un importante éxito en taquilla. Los fans de la buena acción con humor somos muchos y hay pocas duplas con esa química. Y me parece que el público de esas cintas no somos precisamente el tipo de sensibles que sentimos la necesidad de ser parte de la masa “castigadora” cuando se decide “cancelar” a alguien por buenos o malos motivos en Hollywood.
Pero es que, ¿quién no puede identificarse con el deseo de que no seamos solo recordados por nuestros peores momentos? El de Will Smith en el Oscar fue tan ridículamente público y desenfrenado que era imposible que no tuviera consecuencias. Pero ya pasaron más de dos años, Chris Rock, quien recibió la cachetada por un chiste de Jada Pinkett en el más visto de los lugares posibles del mundo, ya hizo su propio especial de comedia y parece ser que la gente ya no quiere seguir siendo el jurado de las vidas ajenas.
¿Será que nos hemos dado cuenta que a nuestra propia escala cosas así nos podrían pasar en nuestros instantes más obscuros? ¿O solo que en realidad no somos tan “paladines de la justicia ajena” como muchos nos quieren hacer parecer, y solo queríamos reír viendo una película como las de antes?
Sea lo que sea, me da gusto. Para mantener fuera de circulación a los Harvey Weinsteins del mundo hay que aprender a dimensionar los castigos sociales según la gravedad, la intención y la recurrencia de las ofensas.