Fin de semana del Día de las Madres en San Antonio. Conciertos a todo lo que da; para los mexicanos, latinos y sí, uno que otro gringo interesado, Luis Miguel y Yuri. El Sol llenó el Broadbank Center (19 mil personas) con un show como cualquier otro de los suyos. Enormes éxitos, una maravillosa producción pero sin la entrega que el público desea. Sin una palabra fuera de las canciones, de hecho, pero fue un gran evento, excepto por esos momentos ya clásicos en los que los agudos no llegaban y las letras se olvidaban. Luis Miguel desde su recuperado Olimpo siendo adorado por sus fans de antes y los nuevos.
Yuri es otro asunto. ¡Qué show! Este no fue en una arena, fue en un hermoso teatro, Majestic; la intimidad hizo que todo fuera incluso mejor. No puedo creer los niveles a los que puede llegar la voz de esa mujer. Suena a cliché decir “mejor que nunca” pero eso pasa. Yuri habló y habló y habló entre sus grandes éxitos, y hasta amenazó con hacer un stand up pronto.
Hay ídolos que siempre dependerán de su imagen y hay estrellas que donde se paren sabrán montar un gran espectáculo. Yuri es miembro de la segunda categoría. Y cuando de pronto el público le dio una ovación de pie por los alcances de su interpretación, ella nos acompañó en el viaje de emociones con lágrimas.
Revisitar la música con la que crecimos y escuchar letras que hoy nunca existirían (aún no puedo con la conclusión de “El apagón”) es un enorme ejercicio para ver qué tan lejos hemos llegado y qué tan capaces somos de conectar con quienes fuimos.