En los últimos meses hemos sido testigos del extraño comportamiento del clima, soportando temperaturas más elevadas a las que normalmente estamos acostumbrados y una sequía que pensábamos no terminaría. Escuchamos en los noticieros que cada día había mostrado una medición de la temperatura nunca reportada, rompíamos récord con mucha facilidad y lejos de sentirnos satisfechos por este logro, empezamos a preocuparnos porque no daba tregua el calor. Paradójicamente, el calor dio paso a las lluvias, haciendo estragos en muchas localidades dañando casas y pavimentos. Entre tanto, los mensajes en los medios de comunicación son muy precisos: “es culpa del cambio climático”.
Suena como algo ajeno a lo que nuestro actuar cotidiano tuviera injerencia, como si algún ser invisible fuera el responsable. Desafortunadamente no es así, las actividades humanas son la causa principal de este cambio, debido principalmente al uso de combustibles fósiles como el petróleo, el carbón y gas.
De acuerdo con los informes más recientes de la ONU se ha demostrado que si bien, a lo largo de la historia de la tierra se han experimentado aumentos en las temperaturas, estos no habían sido tan rápidos como en los últimos 200 años. De ahí la necesidad de establecer políticas y marcos regulatorios para reducir las emisiones. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Acuerdo de París, son acuerdos entre los países para realizar acciones que promuevan la prosperidad y al mismo tiempo se proteja al planeta.
Específicamente los ODS reconocen que la erradicación de la pobreza debe ir acompañada de estrategias que fomenten el crecimiento económico y aborden las necesidades sociales al tiempo que afrontan el cambio climático.
Para las empresas los ODS son una guía que les permite identificar su impacto social, económico y medioambiental. La sostenibilidad se está convirtiendo en un aspecto a considerar muy importante para las empresas, de tal manera, que han tenido que desarrollar e implementar soluciones y tecnologías que les permitan llevar a cabo sus actividades intentando el uso sostenible de los recursos naturales.
Esta implicación en la actividad de todo tipo de organizaciones nos lleva a incorporar la dimensión de la información sostenible que, en base a los requerimientos internacionales de sostenibilidad, implica que las empresas deben informar acerca de sus estrategias, metas y actividades en garantía de su transparencia. A través del llamado “informe de sostenibilidad” se obliga a las empresas a informar tanto sobre las repercusiones de sus actividades en las personas y el medio ambiente como sobre la manera en que les afectan las cuestiones de sostenibilidad. Este documento se equipará a la información financiera reflejada en los estados financieros como complemento a la actividad empresarial.
Aunque desde el pacto mundial de la ONU declaran que no se puede afirmar de manera categórica que todas las empresas que trabajen en sostenibilidad y lo informen, crecerán económicamente en mayor medida, sí existe un cierto consenso en que el trabajo en sostenibilidad les permite capitalizar una serie de beneficios tales como: la identificación de futuras oportunidades de negocio, impactos positivos en indicadores con un componente económico como la productividad, la reducción de riesgos económicos y como consecuencia la rentabilidad.
*Teresa de J. Vargas Vega
*Profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
*Docente de posgrado de la Universidad La Salle Pachuca.