Como lo menciona Leonhard (2018), nuestro mundo está entrando en un periodo de cambio verdaderamente transformador, donde muchos de nosotros nos asombraremos ante la magnitud y el ritmo de desarrollo que simplemente no habíamos anticipado. Estos avances tecnológicos exponenciales ofrecen un tremendo potencial y grandes oportunidades que, a su vez, vienen acompañados de nuevas y enormes responsabilidades.
Actualmente, los conocimientos tienen que ser modernos, situados específicamente, y altamente alternativos para transformar así al ciudadano en un individuo competitivo para los preceptos y necesidades de la sociedad de este tiempo; buscando transformar al estudiante en un sujeto que no se achica ante retos y resuelve situaciones reales. Se ha convertido en una realidad imperante, prácticamente obligatoria adquirir dentro de lo académico y no académico habilidades que permitan sobresalir en una competida sociedad del conocimiento, del mundo laboral y no laboral. Debido a las nuevas exigencias de formación y actualización académicas, muchas instituciones están modificando, reestructurado los contenidos académicos por aprender. Los contenidos curriculares están sufriendo una transformación diametral en busca de desarrollar nuevas habilidades y competencias en los estudiantes, las instituciones están observando las exigencias de la sociedad y replanteando lo que los estudiantes deben de conocer y entender para hacer frente a los cambios.
El nuevo estudiante tiene una perspectiva y expectativas diferenciadas de los estudiantes de hace algunos años atrás, el internet, los dispositivos electrónicos, software y hardware han venido a revolucionar la conceptualización de enseñar y de aprender. Dice (Doucet, 2019) que la comprensión y manejo de conocimientos y destrezas serán imprescindibles e insustituibles para la formación de los nuevos ciudadanos del mundo, áreas tales como: manejo de la lengua (lectura, escritura), alfabetización numérica, alfabetización científica, uso diestro de la tecnológica, alfabetización financiera, alfabetización cultural y cívica serán insustituibles.
Otro de los puntos medulares según Doucet, que estarán formando el nuevo perfil del aprendiente, es el que llama: Las competencias. Dentro de este aspecto, el aprendiz tendrá que dominar áreas como, pensamiento crítico, que es la capacidad de identificar, analizar y evaluar situaciones, ideas e informaciones con el fin de poder resolver distintos problemas. La creatividad, que es la habilidad que se muestra para imaginar e idear nuevas formas de enfrentar dificultades, responder preguntas o formular juicios significativos mediante la aplicación, la síntesis y el replanteamiento de la finalidad o utilidad del conocimiento. Para el autor antes mencionado la Comunicación y colaboración serán fundamentales ya que estos remiten a la capacidad de coordinarse con los demás para transmitir información o atacar los problemas.
Finaliza el autor, con la propuesta del Carácter, donde remarca la importancia del temple que deben de demostrar los estudiantes al aproximarse a determinada situación y acerca de cómo se ubican en un ambiente sujeto a cambios. Persistencia, adaptabilidad, curiosidad, iniciativa, liderazgo, conciencia social y cultural tendrán relevancia inobjetable en la formación. Para Prensky, 2017 se deben atender preponderantemente sus pasiones e intereses, usar las herramientas de su tiempo, trabajar en proyectos, realizar trabajos de grupo con metodólogas hibridas, deben de compartir decisiones y el control del proceso enseñanza-aprendizaje y por último fomentar la expresión y respeto de la diversidad de opiniones.
Jorge Arias Juárez*
*Catedrático de IESPOH Universidad (Instituto de Estudios Superiores de Progreso de Obregón)