30 años de libre flotación en México

Monterrey /

En diciembre de 1994 nos vimos obligados a cambiar nuestro régimen cambiario y por fin encontramos el que mejor funcionaría para México, dada nuestra nueva estructura económica.

Antes hicimos variados experimentos para intentar encontrar el régimen cambiario más apropiado según las condiciones económicas. Tuvimos un tipo de cambio fijo durante la época del desarrollo estabilizador, tipos de cambio controlados, tipos de cambio mixtos y con Carlos Salinas de Gortari, las famosas bandas cambiarias, que daban un margen de cotización al tipo de cambio, controlándolo al mismo tiempo para mantenerlo como ancla de la inflación.

En 1994 se dio la suma de todos los miedos. Comenzó con el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el mismo día que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Imágenes de guerrilleros disparando y asesinando policías en Chiapas dieron la vuelta al mundo.

Dicen que lo que comienza mal se puede poner peor. Y fue así. Siguieron los asesinatos de un cardenal, del secretario del partido oficial, conspiraciones políticas e incluso un magnicidio, el del candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio. Luego se dieron secuestros de grandes empresarios y un banquero. Por si fuera poco, la Reserva Federal de Estados Unidos subió la tasa de interés de referencia.

Eso hizo que los inversionistas sacaran sus dólares del país que se volvía más riesgoso, presionando el tipo de cambio. Las reservas internacionales del Banco de México (Banxico) se drenaron rápidamente y no fue posible ya sostener las bandas cambiarias que fijaban un piso y sobre todo un techo al tipo de cambio, llevando a una devaluación estrepitosa y accidentada durante el trágico error de diciembre, ya con Ernesto Zedillo en la presidencia y tras un año caótico desde el punto de vista político y económico que terminó en devaluación, inflación, un rescate bancario opaco y mal instrumentado, así como un mayor endeudamiento externo.

1994 es un caso de estudio en los cursos de economía. Nos dejó muchas lecciones y nos obligó a tomar decisiones importantes de política económica. El tipo de cambio libre se adapta mejor a nuestra economía actual. Somos una economía abierta al mundo y a raíz de la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, que cumple también tres décadas este año, tenemos un intercambio comercial creciente con nuestro principal socio comercial, lo que nos ha permitido un ingreso creciente de dólares vía exportaciones.

Otro ingreso de dólares importante han sido las remesas de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos, el turismo y por la creciente inversión extranjera generada por el mismo tratado comercial.

Las reservas internacionales de Banxico son superiores ahora a 225 mil millones de dólares, mismas que se han acumulado a lo largo de tres décadas, ya que no son utilizadas para mantener un tipo de cambio fijo.

Cuando tenemos un tipo de cambio libre, el riesgo por contraer obligaciones en dólares lo tienen los propios actores económicos que las lleven a cabo y no el Gobierno. Con el tipo de cambio fijo, el riesgo es absorbido por el Gobierno. Hemos aprendido a balancear los riesgos, tomar decisiones, y acostumbrarnos a las apreciaciones o depreciaciones.

Antes existía una frase que decía: “Todo lo que sube tiene que bajar, menos el dólar”, pero ahora incluso el dólar puede bajar. Por ejemplo, antes de la llegada al poder de Morena en las elecciones pasadas, el dólar rondaba los 16.50 pesos, contra los 20.50 de ayer viernes, una depreciación del 24 por ciento. Sin embargo, el tipo de cambio llegó a cotizar intradía hasta en 25 pesos al inicio de la pandemia en el 2020, por lo que si lo comparamos con la cotización de ayer, hoy estaría apreciado. Hemos aprendido a vivir con estas variaciones del tipo de cambio, que sirve como una variable de ajuste en nuestra economía.

Por otro lado, el tipo de cambio de libre ha resultado en una menor transmisión de la depreciación de la moneda a la inflación importada. Antes, devaluaciones abruptas se trasladaban en gran medida a la inflación, ahora las depreciaciones no necesariamente se trasladan a la inflación importada, a menos que sean persistentes. Eso, aunado a la autonomía de Banxico, aprobada durante el sexenio de Salinas de Gortari hace también poco más de 30 años, así como políticas fiscales prudentes y la apertura comercial, han permitido una menor inflación en México.

La Comisión de Cambios, integrada por Banxico y Secretaría de Hacienda, ha realizado una excelente labor, el actual régimen cambiario ha logrado dar buenos resultados y por eso ha perdurado a través de cinco sexenios, incluso en los de aquellos que en apariencia no creen en las políticas económicas liberales.

Doctor Jesús Rubio Campos*

Economista, catedrático de El Colef y miembro del Sistema Nacional de Investigadores Conahcyt Nivel 2.

*Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien escribe. No representa un posicionamiento de El Colegio de la Frontera Norte


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