Dijiste que era un meme

Monterrey /

“Es fuerte cosa que sea grande o pequeño el motivo a todo lo hemos de llamar tiranía y conspiración” (Aristófanes, “Las avispas”, en: “Comedias de Aristófanes”, trad. de Federico Baráibar y Zumárraga, tomo II, Madrid, Luis Navarro, 1861 [422. a.C.], pp. 42-43).

Andaba yo por la T2 del AICM y, como Miguel de Cervantes, que leía cualquier cosa, aunque fuese un papel que rodase empujado por el viento, recogí de un asiento unas hojitas sueltas y olvidadas de periódico, que parecía MILENIO, aunque no podía serlo. El título me dio curiosidad, y aún más la fecha de un alucinante 18 de enero de ¡2125! Al hojearlo, como lo que contenía era imposible, lo asumí como una sátira, fechada lejos para acrecentar la sensación de unos papeles traídos de alguna “zona crepuscular” (twilight zone). Era, en esencia, un texto más artesanal que sesudo, escrito con voluntad de estilo, pero vítreo y melancólico. Lo transcribo aquí porque su formato es efímero y, aunque lo guardo como lo encontré, no descarto acabar de perderlo:

“Dijiste que la dictadura perfecta había terminado... Sí, a cambio de una democracia perfecta. Pero eso, ¿qué es? La clave del sentido es lo “perfecto” y no lo “democrático”.

Dijiste que la militarización iba a terminar... Sí, que iba a terminar con los controles de los civiles: ustedes pasarán a ver lo que nosotros queramos que se recree en sus pantallas.

Dijiste que no habría más nepotismo... Lo de “los nuestros” no es nepotismo, sino transustanciación.

Dijiste que no habría más asesinatos extrajudiciales, ni endoso de muertos, ni torturas arabescas, ni desapariciones insondables ... Ayayay, cierto, pero, ¿sabes qué? A poco que me pongo contra todo ello, es un no parar de cruzazulear.

Dijiste que habría más chamba... Entre quienes trabajan, directa o indirectamente, para los hegemónicos, quienes se autoemplean y quienes ya trabajaban antes, así es, Laksmí mediante.

Dijiste que primero los pobres... Los pobres votantes que aplauden con las orejas, mi estimado gallo rojo.

Dijiste que no ibas a contemporizar con los malos... Dije con los malos que sean ingenuos, y aquí el que no corre vuela, cuervo bocón.

Dijiste que los “organismos autónomos” eran necesarios, pues vedan el clientelismo... Salvo que los clientes siempre tienen la razón y son nuestros votantes.

Dijiste que la Fiscalía investiga... Sí, a quien investiga que la Fiscalía no investiga.

Dijiste que todo va mucho mejor... Móndrigo y nahual, ¿que no oyes el chirrido de este mi mundo al revés?

Dijiste que la voz del pueblo manda... Sí, y te manda a la c... cuando no aceptas sus limitaciones, caprichos y resentimientos.

Dijiste que la narrativa no es lo que importa, sino los hechos... Los hechos que no se narran no importan y si no, se “algoritmea”, y basta, y a barajar, mi estimado androide.

Dijiste que el enemigo era (insértese lo que mejor funcione: la Vieja España; los “fifiriches”, palabra leída en Inclán, L.G., “Astucia”, México, Porrúa, 2019, p. 440; los “narcos”; Venecuba o Cubezuela; los extraterrestres de Tampico; los tlaxcaltecas y Diego Muñoz Camargo; EU o quien rija el norte; Aburto y Salinas; los académicos que solo publican en revistas digitales; todo lo que suene a militar, menos los soldados de mi propio país; etcétera)... Dije eso... Y mucho más, ¿y qué? Relájate un chingo...Vuelvo a lo mismo: ¿Acaso no me votan mis amigos, mis enemigos y mis algoritmos?

Dijiste que confiabas en los expertos... ¡Es imposible que yo dijera eso! Si acaso, diría: En los expertos que me aseguran o me justifican la victoria electoral.

¡Dijiste! ¡¡Dijiste!!... Un gobierno es gobernar; gobernar es lo que es, y la gobernanza está en la gubernatura, ¿que no te ubicas en esta zambra que zozobra? Ya pareces amante despechado.

Dijiste que era un meme... Y lo es pero, desde hoy y siempre, no solo eso soy.

Dijiste tantas cosas... Las dije, así es la vida, otro tornaesperpento, y quien calla, otorga, y quien compromete sus silencios, también.

Postscriptum: En el pensamiento político occidental y, tal vez, no solo en él, hay un mito, una fábula o una alegoría –todavía no sé qué sea– consistente en que alguien que representa al “pueblo” (digamos un tal Pepe Pueblo), después de vicisitudes a lo Josef K., llega a platicar con quien está en la cúspide del poder. En esa conversación, los tales Pepe Pueblo o Pepi Puebla le contarían, supuestamente, la verdad. Entonces, por fin, la maquinaria estatal se pone en marcha: solo faltaba esa palanca tozuda para hacer justicia. Sin embargo, ¿por qué habría de tener mejor conocimiento Pepe Pueblo de hechos complejos, retorcidos, nebulosos, y ello, aunque don José haya salido del pueblo y llegado a las estrellas? ¿O por qué deberíamos hacer caso a quien habla con corazón ensangrentado y lloroso en mano? El saber exige tiempo, conocimiento del terreno y tacto, no solo con los acólitos; pero, principalmente, categorías sólidas y claras, y equilibrarlo con la magia de la distancia”.

Jesús Pérez Caballero, El Colegio de la Frontera Norte Unidad Matamoros

*Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien escribe. No representa un posicionamiento de El Colegio de la Frontera Norte


  • Varios autores
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.