Los aranceles de Trump: ¿un asunto económico o político?

Monterrey /

El sábado 1 de febrero de 2025, el recién electo presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, anunció que impondría aranceles del 25 por ciento a los productos importados desde México y Canadá y del 10 por ciento a los de China, esto, en parte, debido a que los países en comento no han podido frenar ni el flujo de inmigrantes indocumentados hacia su país, ni el narcotráfico de drogas sintéticas como el fentanilo.

Las reacciones no se hicieron esperar, desde amenazas de las naciones involucradas de imponer restricciones comerciales a productos estadunidenses, hasta campañas en redes sociales que promocionaban boicots a empresas y marcas comerciales que apoyaban las ideas de Trump y diversos análisis de los efectos políticos, económicos y sociales de dichas medidas.

El lunes 3 de febrero de 2025, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, mantendría una plática a distancia con el mandatario americano después de la cual acordarían suspender la imposición arancelaria por un mes, con la condición de que se reforzara la seguridad en la zona de la frontera norte para disminuir el flujo de inmigrantes indocumentados hacia los Estados Unidos y el narcotráfico de estupefacientes.

Los primeros análisis económicos sobre la posible imposición de los aranceles han coincidido en que estos actos podrían empujar a la economía mexicana hacia una recesión, es decir, nulo o negativo crecimiento económico, pero que no sería una crisis mayúscula como se ha especulado, además de que afectarían también a muchos sectores americanos.

Ante este escenario, vale la pena entonces analizar las acciones del presidente Trump desde una perspectiva politológica. Durante la mayor parte del siglo XX, el sistema económico mexicano se basó en la sustitución de importaciones, es decir, se protegían los sectores económicos locales a través de la imposición de aranceles a productos que venía del extranjero. En consecuencia, los países vecinos hacían lo propio.

A finales de los ochenta y principios de los noventa se eliminan, por sugerencia norteamericana, los aranceles en casi toda la región latinoamericana, siendo México y Colombia las naciones más aventuradas, ya que eliminaron en su totalidad las tarifas a la importación. Si bien con el tiempo se han protegido algunos sectores económicos locales como el de la caña de azúcar a principios de los 2000, la economía de nuestro continente sigue basando su crecimiento en las exportaciones.

Más que eso, somos destino de las estrategias de relocalización de muchas empresas extranjeras, especialmente americanas, que buscan maquilar productos en lugares con materias primas y mano de obra barata, pero lo suficientemente cercanas para poder supervisarlas.

¿Por qué, entonces, el país que ha impulsado el liberalismo económico en el continente americano querría regresar al modelo de economía cerrada? La respuesta a esta pregunta parece estar en el tipo de populismo que ha emergido en suelo norteamericano. En términos muy amplios, el populismo de derecha que predomina en los Estados Unidos de América y en la mayor parte de Europa se basa en inculpar a las minorías de los problemas económicos, políticos y sociales, mientras que el populismo de izquierda, propio de Latinoamérica, incrimina el poder y la acumulación de la riqueza por parte de las élites.

A través de estas fórmulas, la derecha y la izquierda intentan conseguir el apoyo del electorado y la aprobación de sus políticas. De hecho, durante su primer mandato 2017-2021, Donald hizo lo mismo, argumentando la existencia de prácticas económicas desleales por parte de sus socios comerciales, además de la incapacidad del Gobierno mexicano de detener el flujo de inmigrantes que venían de Centro y Sudamérica hacia su país. Después de una serie de negociaciones la amenaza fue cancelada casi en su totalidad.

Tanto la implementación del sistema de sustitución de importaciones como el basado en las exportaciones en nuestro país fueron “sugeridos” por nuestros vecinos del norte. Por lo que no sería extraño que una vez más fueran ellos quienes propusieran un nuevo cambio de modelo económico. Sin embargo, el escenario actual se parece más a las características del populismo de derecha que a un giro en la forma de conducir la política económica latinoamericana.

Por Christian Iván Becerril

El Colegio de la Frontera Norte

*Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien escribe. No representa un posicionamiento de El Colegio de la Frontera Norte


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