Un deseo llamado tranvía

Ciudad de México /

Técnicamente, el acto de alucinar supone ver un bulto allí donde no hay nada.


¿Alguien por ahí sabe dónde puedo tomar aquel tren tan moderno que lleva al Aeropuerto Felipe Ángeles? Si no recuerdo mal, fue en el otoño de 2021 que los más altos funcionarios de este país viajaron hacia allá a bordo de un vagón espectacular, todos ellos sonriendo de una alegría ansiosa de ser corroborada y contagiada. ¿Y qué mejor vehículo para el efecto que el video informativo donde el mismísimo primer mandatario celebraba, entre bromas, el trayecto feliz hacia el futuro? Cosa rara, no obstante, de entonces para acá no se ha visto otra imagen del interior del tren, y menos todavía de su carrocería. ¿Qué distancia recorre? ¿Cuánto cuesta el boleto? ¿Cuántos vagones tiene, de qué color son?

Asumo que un montón de niños entusiastas —valga la redundancia— se ilusionaron ante aquellas escenas. Yo en su lugar habría suplicado a mis padres que me llevaran a dar una vuelta en el tren del video, aunque no fuéramos a abordar un avión. Y ellos, como guardianes de mi candor, me lo habrían prometido con la misma certeza que tiempo atrás emplearon para contarme cuentos antes de dormir. ¿Cuál habría sido mi chasco cuando, ya más crecido, me informaran que el tren de marras no existe, ni existió? Es lindo ser ingenuo, a cierta edad, y más si otros ingenuos te acompañan, pero al paso del tiempo te da por sospechar, con rabia pubescente, que los adultos te ven cara de tonto. Nos hacemos rebeldes, a esa edad, como respuesta al candor traicionado.

Aeropuerto Felipe Ángeles. octavio hoyos

Ahora que he vuelto a verla en YouTube —la única estación donde el bonito tren parece haber parado— la escena del vagón lleno de funcionarios, a cual más orgulloso, me trae de vuelta el rostro complaciente de la tía que una mañana hizo escala en mi casa y, toda diligencia, ofreciose a llevar mi carta a Santa Claus a la oficina de correos más próxima. “Yo te invito los timbres”, prometió, rechazando las dos monedas que yo quería darle para no quedar como un encajoso. Sólo que en este caso los altos funcionarios no hacían el video para sus hijos, sino para cada uno de los mexicanos. ¿Dónde está, pues, el tren? ¿Debería dar crédito a sus jubilosos tripulantes, después de treinta meses de no tener noticias del asunto, o ya va siendo tiempo de pensar que muy probablemente me piñaron?

Los niños son ingenuos mientras creen las patrañas de sus mayores. Los ciudadanos somos como niños mientras damos por ciertas las fantasías absurdas de nuestros gobernantes. Cosas que no hay manera de probar, pero si se te ocurre cuestionarlas sacas boleto para ser repudiado por quienes aún se aferran al candor y aplauden a sus alucinaciones, que no por compartidas lo son menos. Técnicamente, el acto de alucinar supone ver un bulto allí donde no hay nada, lo cual se facilita cuando la gente que creíamos seria se exhibe disfrutando de una fantasía. Pues no eran ellos quienes alucinaban, sino el espectador que cedía al hechizo digital donde el vagón corría camino al aeropuerto.

Entre niños, jugar a las mentiras supone un cambio en el tiempo del verbo. Yo no soy policía, sino que era, en aquel mundo abstracto que no busca ser cierto más allá del juego, donde todo se vale porque nada sucede. Hoy que los mexicanos podemos ver que todo aquello que “era” nunca en realidad fue, la memoria del tren inexistente invita a fantasear sobre la producción de aquel video tramposo.

¿Sonreían de por sí los tripulantes, o el director les dio la indicación, igual que en los programas de concurso, de que se les notara el regocijo? ¿Se habrán reído luego de filmarlo… o harían más de una toma porque a alguno de pronto le ganó la risa? ¿Qué edad mental pensaban que tenía su público? Ya en 2024, a dos semanas de las elecciones, me sigo preguntando a quién creyeron que iban a engañar.


  • Xavier Velasco
  • Narrador, cronista, ensayista y guionista. Realizó estudios de Literatura y de Ciencias Políticas, en la Universidad Iberoamericana. Premio Alfaguara de Novela 2003 por Diablo guardián. / Escribe todos los sábados su columna Pronóstico del Clímax.
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.